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Agua y vida

El agua no debe ser desviada para servir a intereses de empresas.

María Aguilar

Toni Morrison escribió que “el agua tiene una memoria perfecta y que siempre, está tratando de volver al lugar donde algún día estuvo”. Siendo así, las familias que hoy caminan de todos los puntos del país, organizados en la Marcha por el Agua, para reunirse esta semana en la capital, lo hacen cumpliendo una misión de mensajeros.

El recorrido es un eco de alerta para comunicar y advertir que el agua, cual fuente de vida, quiere y debe estar en donde pertenece y no ser desviada para servir solo a intereses de empresas o privatizada para ganancia de unos pocos, y menos ser contaminada.

Luego del desastre ecológico del río La Pasión –cuando el mal manejo de desechos de la empresa Repsa provocó un ecocidio afectando a decenas de comunidades del municipio de Petén– resulta ilógico tener que subrayar la importancia del cuidado de los recursos naturales en Guatemala. Sin embargo, la contaminación constante, la toma de ríos para abastecer plantaciones de caña y palma africana, así como la destrucción generalizada de este recurso para satisfacer intereses comerciales, hace imperativo apoyar medidas como las tomadas por los colectivos organizadores de la marcha para crear consciencia en centros urbanos que se posicionan como ajenos a la lucha de la defensa de los recursos y territorios.

En 1995, el entonces vicepresidente del Banco Mundial Ismail Serageldin expresó “sí las guerras de siglo XX fueron libradas por el petróleo, las futuras serían libradas por el agua.” Y es que el agua es fuente de vida, pero también un recurso estratégico y esencial de las naciones. El calentamiento global combinado con el mal manejo de este recurso contribuye al deterioro ecológico, al mismo tiempo, se incrementan las enfermedades, sequías y destrucción que afectan al país. Es decir, la seguridad alimentaria de Guatemala depende en parte del manejo del agua.

Mientras las múltiples vertientes de la marcha avanzan hacia la capital, los pasos recorridos le muestran al Gobierno y empresarios nacionales o extranjeros –quienes han convertido el agua en mercancía a disposición de corporaciones– que el agua es un recurso sagrado, que debe preservarse para el sustento colectivo. ¡Ojalá todas y todos nos involucremos!

Fuente: [http://elperiodico.com.gt/2016/04/18/opinion/agua-y-vida/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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