Esquizofrenia en Navidad
Carlos Figueroa Ibarra
En estos días salí a hacer algunas compras navideñas al centro de la ciudad en la que vivo y vi por primera vez en muchos años a un niño de corta edad caminando descalzo. Hacía muchos años que no veía una persona descalza en México. En cambio, mis recuerdos de infancia y adolescencia en Guatemala están pletóricos de imágenes de niños y adultos descalzos. En los años sesenta y setenta, la gente descalza era tan común que el verla en esa condición no era acontecimiento notable. Un día antes, en el estacionamiento de un centro comercial adonde fui también a comprar un regalo navideño, un muchachito sentado en las escaleras preguntaba a las personas que pasaban a su lado si los podía ayudar en algo a cambio de una moneda. Son éstas dos imágenes de tantas que tenemos que sobrellevar cotidianamente en la sociedad capitalista neoliberal.
En 2012, la UNICEF anunciaba que en el mundo morían diariamente 19 mil niños por causas evitables, entre ellas 6,400 por hambre. Mientras que en el planeta aproximadamente 7 millones de niños mueren anualmente por dichas causas evitables, más de 2 millones 336 mil lo hacen de hambre y muchos millones más viven en la calle. En Cuba de acuerdo a cifras certificadas por la UNESCO y la UNICEF se observa 0% de desnutrición infantil. Pobreza, guerra, desempleo ocasionaron que en 2015 más de 60 millones de personas fueran desplazadas de manera forzosa de acuerdo a datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR). Según los complacientes datos del Banco Mundial aproximadamente la mitad de la población mundial vive en la pobreza si pensamos que por tal se entiende un ingreso de 2 dólares al día. Según el Programa Mundial de Alimentos, 925 millones de personas viven con hambre en el mundo y países como Guatemala, República Dominicana y 12 africanos (entre ellos Botswana, Kenia, Camerun, Madasgacar) tienen tasas de 20 a 34% de su población en esa condición.
Y mientras eso sucede, en estas épocas navideñas los distintos medios de comunicación nos hablan de amor y fraternidad para la humanidad. Con un ambiente de música navideña se pregona el amor al prójimo y la solidaridad humana. Me parece una suerte de esquizofrenia propagar tales valores, mientras por otro lado al tenor de la dominante ideología neoliberal se difunde el egoísmo, se pregona el éxito en la clave del darwinismo social (en la sociedad sólo triunfan los mejor dotados), y se procura tranquilizar la conciencia con la añeja estupidez de que los pobres son pobres porque son haraganes. En esta época navideña la filantropía se centra en el reparto de juguetes, ropa y alimentos a los menesterosos de nuestras sociedades.
No denosto a las personas que practican a la filantropía. Son seres humanos que practican el amor a la humanidad (es ese precisamente el significado de filantropía) y en el mundo occidental lo hacen en el espíritu cristiano.
Pero valdría más ese amor si se tuviera la convicción de acabar con este inhumano mundo neoliberal.
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