La normalización del autoritarismo
El próximo proceso electoral es la continuación de lo mismo.
María Aguilar
“Nunca más”, una frase con peso para países y sociedades sobrevivientes de guerras, crímenes de lesa humanidad y genocidios, pero ilusoria en el contexto de Guatemala.
La sociedad, especialmente la urbana y ladina, junto a las elites, se mueven entre la amnesia histórica y la negación no solo del pasado violento sino del racismo estructural del que se benefician y perpetúan. Uno de los mejores medidores es la construcción y desarrollo de la política partidista. En 2012 fue electo como presidente Otto Pérez Molina, kaibil, comandante de la base militar de Nebaj, Quiché, durante el genocidio, cuya promesa de campaña fue “mano dura”. Entonces, ¿cómo procesar la elección de este militar dentro del proceso democrático que Guatemala deseaba construir después de 1996? Si militares como él firmaron la paz, el actual deterioro político no debe sorprender.
Transitar el camino de la democracia jalados de la mano del autoritarismo genocida es imposible. Previo a la transición democrática, los militares, con el aval y apoyo de la elite económica, establecieron sus redes criminales y clandestinas que, a manera superficial, la CICIG, ha intentado combatir. Y la respuesta ha sido, ataques solapados a través de las redes de inteligencia militar, así como ataques burdos en Washington, en el Congreso, en las cortes con jueces comprados, en redes sociales o a través de manifestaciones de señoras capitalinas con camisas blancas en contra de la CICIG. Todo esto, evidencia lo peligroso que es enfrentarse a estos monstruos. Con cada jugada de defensa, la elite y los militares demuestran que, a ellos, jamás les interesará el bienestar del país sino solo sus intereses económicos. Por eso hoy, no se puede hablar de una elite distinta o “progresista”, cuando sus miembros continúan rehusándose a aceptar el sistema racista que los sostiene.
¿Por qué es necesario entender y discutir el vínculo entre política, elites y estructural racial de Guatemala? Porque fue así como compró Pérez Molina la Presidencia, además, fue ese vínculo el que permitió que llegará Jimmy Morales. Las elites financiaron que llegara a la presidencia un individuo sin capacidad técnica menos política, quien se ganaba la vida con un programa de comedia racista en la televisión nacional. Apoyaron no solo al racista inepto sino también a su partido creado por militares genocidas.
El próximo proceso electoral es la continuación de lo mismo. La creación de alianzas que perpetúan las estructuras de poder y una normalización del autoritarismo. Ante esta realidad en Guatemala aún falta mucho para decir “nunca más militares”, “nunca más elites racistas e imparablemente ambiciosas”.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/08/27/la-normalizacion-del-autoritarismo/]
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