Irmalicia Velásquez Nimatuj
El director de elPeriódico de Guatemala, José Rubén Zamora cumple hoy seis semanas, o sea, 43 días en prisión. Su detención fue parte de un plan construido por los sectores interesados en acallar las voces críticas que se han enfocado en denunciar la corrupción de los distintos gobiernos de turno y de los sectores paralelos que se han enriquecido drenando los recursos estatales.
Dado que elPeriódico se ha centrado en investigar, documentar y denunciar cómo opera la corrupción pública y privada, la estrategia de su detención ha intentado mostrar que Zamora también es parte de la corrupción que denuncia, esto con el objetivo de desacreditar las investigaciones del medio, enterrar su prestigio y conseguir finalmente su muerte.
Frente a esto, el caso de Zamora nos muestra las otras formas que el sistema usa para doblegar a periodistas. En este caso, a elPeriódico han buscado cerrarlo los sectores que han sido afectados de manera directa o indirecta -como lo hicieron en su momento con la Revista Crónica– a través de cerrarle por todos los medios posibles el derecho que tienen a vender espacios publicitarios que son, en el fondo, los que permiten a la casi totalidad de los medios comunicación sostenerse y poder cubrir mensualmente sus costos fijos de operación. Al no recibir ingresos por publicidad, difícilmente pueden sostenerse y terminan muriendo. En el caso de la Revista Crónica funcionó, concretamente cuando un sector conservador de las elites decidió que era momento de que desapareciera y lo lograron, casi de inmediato, cerrándole la llave publicitaria. Esto a pesar de que el cerebro de la revista, Francisco Pérez de Antón tenía relaciones orgánicas con esas elites económicas. Sin embargo, eso no pudo evitar su destino. Esta estrategia en cambio no funcionó de manera inmediata con elPeriódico, cuyo director ha buscado mantener a flote al medio, creando alternativas para poder cubrir los salarios de periodistas y otros empleados, así como con sus proveedores.
Ese camino ha sido el más arriesgado, pero le ha permitido a Zamora mantener elPeriódico a un costo personal, familiar y colectivo desgastante, tanto física como emocionalmente. Zamora ha sido capaz de negociar con empresas, colectivos o personas para que le respalden económicamente de manera directa, porque no pueden comprarle anuncios, dado que de hacerlo el mismo sector al que pertenecen se encarga de presionarles económicamente al negarles participación en negocios, despojándoles de contratos, excluyéndolos de espacios económicos, entre otros.
El costo que ahora paga Zamora, manteniéndolo privado de su libertad, no es solamente contra él, como un quijote, es en contra de todo el país, un miserable país que ha sido sometido, destruido y explotado por quienes hoy celebran su encarcelamiento. Por eso, el grito de libertad a favor de Zamora es también la demanda del derecho a la información como un derecho humano, que permita a los habitantes del país y de la región tomar decisiones informadas.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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