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José Carlos Mariátegui, Pablo Neruda y Luis Cardoza y Aragón. Tres cartas, dos épocas.

Eduardo Serrato Córdova

En el archivo Lya Kostakowsky y Luis Cardoza y Aragón están deposi-tadas tres cartas que se refieren a dos momentos importantes de la vida de Cardoza y Aragón. Las dos primeras, de 1928 y 1929, las remitió has- ta Lima, Perú, a José Carlos Mariátegui. La última es una carta que Pablo Neruda le envió a Luis Cardoza cuando el primero salía de Guatemala en 1950 en una visita de cortesía que Neruda hizo al gobierno democrático guatemalteco y Luis Cardoza era embajador de su país en Francia.

La primera carta que Cardoza le escribió a Mariátegui está fechada en 1928 en París. El poeta guatemalteco acababa de ingresar a trabajar en el consulado de su país y estaba a punto de recibir su nombramiento como embajador en Cuba. En esa época, además de la efervescencia de las vanguardias, se vivía un gran activismo político en los círculos de intelectuales latinoamericanos. No sería raro que Cardoza hubiera conocido a Mariátegui por medio de la gente de la Alianza Popular Revolucionaria Americana que estaba exiliada en París. Luis Cardoza, como Miguel Ángel Asturias y otros intelectuales latinoamericanos, se movía en un círculo muy cercano a José Ingenieros, José Vasconcelos, Miguel de Unamuno y Víctor Raúl Haya de la Torre. Incluso junto con estudiantes y un buen grupo de refugiados centroamericanos en París participaron en un mitin, en 1928, en apoyo al gobierno de Plutarco Elías Calles, en un momento en que las relaciones con los Estados Unidos estaban a punto de romperse por la cuestión petrolera. Así que no es de extrañar que Cardoza se sintiera atraído por las ideas sociales y estéticas de José Carlos Mariátegui.

La segunda carta, fechada en 1929, en La Habana, Cuba, hace referencia al protagonismo de uno de los intelectuales que más influyeron en la utopía social de los años treinta en Latinoamérica, Waldo Frank, amigo cercano de Alfonso Reyes y de Victoria Ocampo. La carta nos revela la decepción de Luis Cardoza y Aragón cuando escuchó al filósofo en una conferencia dictada en La Habana. Frank más que un filósofo era recibido en los países que visitaba como un profeta. Incluso durante los años treinta, Frank visitó la ciudad de México. En esa ocasión Cardoza se mantuvo al margen de Frank y su discurso mesiánico.

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Fuente: [https://revistas-filologicas.unam.mx/literatura-mexicana/index.php/lm/article/view/548/546]