Ayúdanos a compartir

Enero y un año entero

lucha libre

Lucía Escobar
@liberalucha

Enero es áspero como piel con frío, como los corazones de los políticos que se atreven a robarle a un pueblo pobre.

Enero es una niña de pies descalzos y grandes sueños de escuela y conocimiento.

Enero es un niño con ganas de aprender, pero pocas oportunidades para hacerlo.

Enero es darse cuenta que no hay dinero que alcance para comprar útiles escolares, uniformes, para pagar inscripciones y pasajes de camioneta.

Enero es la decepción en miles de jóvenes guatemaltecos que no podrán ir al bachillerato o seguir en la universidad porque la sobreviviencia es primero.

Enero es también la ilusión de los que sí tendrán la oportunidad de estudiar, y que no notarán las deficiencias de la escuela, el frío que se cuela por las ventanas rotas, los escritorios cojos, o la falta de pizarra. No notarán que sus maestros improvisan y que muchos enseñan con grandes carencias y sin ganas.  Aunque hay excepciones y existen los buenos maestros: están poco motivados. Ellos hacen la diferencia; sembrando conocimiento en sus alumnos, luchando contra el sistema, poniendo de su bolsillo para materiales, involucrándose de verdad con la enseñanza.

En enero vuelve a ser más evidente el descalabro en que crecen nuestras ciudades y lo ineficiente del transporte. Las carreteras de todo el país se encuentran en pésimas condiciones y hacen que trayectos que podrían hacerse en media hora, se demoren hasta cuatro veces más.

Los escolares deben caminar enormes trechos para poder ir al establecimiento educativo más cercano. Casi no existe el servicio de transporte público. Los niños y niñas corren grandes peligros; deben atravesar ríos sobre troncos inestables, rodear barrancos, o caminar sobre las carreteras ya que no existen banquetas ni pasos peatonales en casi ningún lugar.

Desde hace más de cincuenta años, la educación no ha sido prioridad para ni un solo gobierno. Ni un solo presidente ha tenido la intención de ayudar a sacar del atraso y de la ignorancia a los guatemaltecos. No se ha visto una verdadera voluntad por confiar en nuestra propia capacidad para salir adelante educándonos. Solo así, comprenderemos los retos que tenemos como país y nos sentiremos lo suficientemente confiados como para atrevernos a proponer soluciones; respuestas efectivas que estimulen la economía, que generen verdadero desarrollo, y no que destruyan ecosistemas y recursos no renovables a cambio de algunos lenes y unos cuantos trabajos, pero dejando en cambio un paisaje completamente destruido e inhabitable dentro de veinte años.

Este es un enero frío, casi helado. Las bajas temperaturas y los pocos recursos para protegerse, harán que miles de ancianos, recién nacidos, bebés y personas de delicada salud, adquieran más enfermedades respiratorias o relacionadas con el clima y que muchos mueran a consecuencia.  Algunos tendrán acceso a los pocos centros de salud que existen, y los cuales están desabastecidos de medicinas e insumos.

Es difícil salir del círculo de la pobreza cuando todo el sistema está en contra y cuando nuestros gobernantes no tienen conciencia de que la honestidad hace la diferencia y que con voluntad se hace más que con préstamos millonarios.

En enero muchas personas buscan trabajo, llenan formularios, mandan currículum, hacen colas ilusionados de encontrar la manera de ganarse decentemente unos centavos para vivir.

Enero es la puerta a un nuevo ciclo que nos invita a no ser indiferentes.

Ayudemos a que más niños y niñas vayan a la escuela.

Busquemos formas de becar estudiantes.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/01/17/enero-y-un-ano-entero/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
Últimas entradas de Lucía Escobar (ver todo)