Irmalicia Velásquez Nimatuj
Profunda indignación y rabia ha causado en la población trabajadora, la fotografía publicada el domingo 30 de mayo, en elPeriódico, en donde alucinado se observa al Ministro de Desarrollo Social, Raúl Romero Segura, disfrutando de las caricias de tres mujeres. Sin caer en falsos moralismos, Romero puede hacer con su vida sexual lo que le apetezca. Es adulto y es responsable de sus actos, y de las consecuencias de éstos. El problema, entonces, radica en dos puntos.
El primero se refiere a ¿quién está pagando durante su gestión como ministro por los servicios de sus acompañantes? El aún ministro debe demostrar a la opinión pública que, así como paga por la comida y los servicios de su casa, también paga con sus propios fondos por sus deleites carnales que, ahora ya son actos manifiestos. Romero no tiene porque esconderse detrás de falsas argumentaciones culpando al medio que publicó la fotografía; argumentando que se trata de una persecución política porque él no es una lumbrera y menos un estadista; negando la veracidad de la grotesca imagen cuando en la redes sociales circulan fotos e incluso videos de las mujeres que le acompañan; ni victimizándose colocando como escudo a sus hijos y familia, sino debe reconocer su apetencia sexual, evidenciando con documentación financiera que es él, quien cubre todo, que es su bolsillo el que paga por sus propios placeres.
Y el segundo punto tiene relación con su función como Ministro de Desarrollo Social de uno de los países más pobres, más desiguales y mísero del continente, solo superado por Haití. ¿Siendo Romero un hombre lascivo -hecho ya público- hasta donde, él puede desempeñar con profesionalismo y responsabilidad el mandato que exige ese cargo? Y es que, después de 18 meses, ¿ha sido Romero el mejor rector “de las políticas públicas orientadas a mejorar el nivel de bienestar de las personas y grupos sociales vulnerables, que sufren de exclusión y viven en situación de pobreza y pobreza extrema…”? Y aquí las criticas de la población que paga impuestos directos cada mes e indirectos todos los días, tienen validez, porque a esos cargos no deben llegar sanguijuelas sino seres humanos conscientes del país en donde viven, con los pies en la tierra, que reconozcan que esos cargos son pasajeros, que el poder asignado es efímero y sobre todo, debe existir coherencia entre sus intereses políticos e ideológicos con los intereses y el mandato del cargo.
Sí para el presidente Alejandro Giammattei y para Raúl Romero no hay problema entre “vivir la vida loca” y ejercer el cargo de Ministro de Desarrollo en un país subdesarrollado, quizá ambos, están en los cargos incorrectos y deben aplicar para trabajos que coincidan con su pensar y con su actuar.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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