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Jaime Barrios Carrillo

Ante los ojos asombrados de la ciudadanía, y por extensión del mundo, el fallido gobierno de Jimmy Morales presentó a la familia rusa Bitkov como “víctimas” del sistema judicial de Guatemala, acusando falazmente a la CICIG. Se pasó por alto el presidente que los Bitkov fueron dos veces condenados por jueces competentes de Guatemala. Se le olvidó todo el embrollo de la corrupción con pasaportes y documentos falsos donde están involucrados alcaldes y pueden estarlo antiguos altos funcionarios de Migración hoy dirigiendo el Ministerio de Gobernación.

Jimmy está poniendo de moda la desobediencia a las leyes, la apología del delito y sobre todo la descalificación de jueces y cortes. En Guatemala tenemos el terrible caso del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y una empresa privada que debía suministrar, después de una licitación, los aparatos para realizar diálisis. La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, llevó este caso al Ministerio Público, MP, y de ahí se consideró que había materia para acusar de corrupción al exdirector, un exmilitar, y a otros funcionarios y empleados del gobierno del ahora preso por corrupción general Otto Pérez Molina, a los cuales se les hizo el debido proceso en tribunales. Lo más trágico de este caso son los pacientes que murieron por no haber podido recibir sus diálisis.

Mas ahora personas ya condenadas y otras acusadas por el terrible caso Pisa/IGSS y otros delitos en el ramo de salud, son públicamente defendidas, en una apología del delito, por organizaciones gremiales y también sindicales que cuestionan la condena o las acusaciones y afirman la inocencia de esas personas por encima de lo que se juzgue o haya juzgado en tribunales, montando así un grotesco “litigio” mediático. Por su parte Joviel Acevedo, que ahora se abraza muy “fraterno” con Jimmy, ha anunciado una manifestación de protesta.

Pero la justicia no es negociable. Sabia y digna frase que debe llevar a la reflexión y sobre todo a la acción. Esta no es una lucha entre izquierdas y derechas. Esta no es una lucha por la soberanía sino un intento degradado de hacer permanente la impunidad y restaurar el Estado corrupto y autoritario.

En esta conspiración para defenestrar el proyecto de la CICIG, han coincidido fuerzas tenebrosas y negativas (el Taquero, Fundaterror, Joviel, la banda del FCN y su fundador el coronel prófugo Ovalle, el otro prófugo Sinibaldi, el arcángel de los canales abiertos, los presos Vip del Mariscal Zavala, los militares o exmilitares de la llamada Juntita y otras malas hierbas). Podría hacerse un símil del descenso al infierno de Dante, es decir cuando se traspasa la puerta donde “termina la esperanza”. Se trata de una conspiración antidemocrática donde la parte visible es un comediante metido a estadista.

Han logrado polarizar, desinformar y estigmatizar. No han tenido escrúpulos para deformar la realidad e inventar “su verdad”, todo en nombre de una simulada y cacareada soberanía. Se han invertido millones de dólares en cabildeos espurios en Estados Unidos, en calls centers y en la campaña velada en los canales abiertos y las radios manejadas por un extranjero cuya esposa está prófuga por corrupción.

El presidente sigue siendo el visible ejecutor de un aparato que actúa en la penumbra del anonimato para defender el sistema de corrupción estructural y sellar la impunidad más infame. Resulta grotesco, aunque explicable por las conexiones FCN con PP y Lider y las de Jimmy y Mariscal Zavala, que el propio presidente de Guatemala encabece una campaña para sacar a la CICIG, en lugar de un gobierno que colaborara en la lucha frontal contra la corrupción. Jimmy Morales traspasó ya el límite de lo permitido por la ley y tarde o temprano pagará por sus delitos contra la Constitución.

Lo más grave, en esta escalada de autoritarismo es la destrucción de las instituciones y dar al traste con el sistema de pesos y contrapesos que aseguran los mecanismos institucionales de toma de decisiones y resoluciones. Intentan la restauración del sistema de cooptación del Estado y volver a atrás, a los tiempos para ellos normales de corrupción.

Ahora enfilan sus dardos contra el Tribunal Supremo Electoral, TSE, y esta situación pone en riesgo a la República democrática. Fue notorio el desprecio de los tres presidentes de los respectivos poderes del Estado al no asistir el 19 de enero cuando el TSE convocó oficialmente a las Elecciones Generales en junio de este año. La carta de la Cancillería al TSE cuestionando ahora las relaciones con la CICIG confirma el desacato del gobierno a la Corte de Constitucionalidad y pone en el tamiz el sabotaje al combate del financiamiento ilícito de los partidos, mal capital de la política guatemalteca. Se le olvida al Pacto de corruptos que el TSE no recibe órdenes del gobierno porque es independiente.

No dejemos de mencionar las bastante torpes controversias del presidente del Congreso, Arzú junior, y del mismo mandatario Morales contra la ONU y que ponen de manifiesto la intencionalidad de manipulación de los comicios con la excusa de la injerencia, preparando el terreno al puro estilo aprendido de Daniel Ortega en Nicaragua.

La característica falta de transparencia del presidente Morales, se ha unido a la torpeza jurídica de sus asesores con patéticas formas de comunicación: retórica contradictoria e inconsecuente, acorde a la manera de pensar, sentir y actuar de las estructuras corruptas enquistadas en el Estado que ahora se quitan la máscara.

Recordemos que como un aprendiz de brujo, Jimmy fue descubierto gracias a la filtración de información de sus planes en 2017 de viajar a pedir la remoción de Iván Velásquez. En su enojo y frustración puso en primera instancia al canciller Carlos Raúl Morales a informar que esa no era la agenda. Después vino la confusión, órdenes contradictorias y desesperación que condujeron a la destitución del canciller y de uno de los vicecancilleres. La vicecanciller Diéguez, diplomática de carrera, renunció por dignidad. No le quedó más a Jimmy que nombrar a una persona cercana a él, que tenía entonces un proceso penal en su contra acusada de una adopción ilícita, pero sobre todo que no tenía ni tiene la capacidad para el cargo. Jovel, la canciller de la vergüenza.

Jimmy se apoya en lo interno en los sectores más nefastos. Se ha devuelto el poder real a la militocracia que usando la fachada del régimen de Morales regresa a con sus métodos y a imponer sus intereses. Con los Acuerdos de Paz se creyó que la era militar terminaría. Que la corrupción protegida por motivos de seguridad estaba superada. Pero no fue así, a pesar de la reducción de las fuerzas armadas durante el periodo del presidente Berger la corrupción militar migró y tomó otras formas, una de estas el ya mencionado caso de La Línea junto a otros como IGSS/Pisa y caso Industria Militar, para culminar en el caso Pandora donde se señaló por la CICIG y el MP al fallecido Álvaro Arzú por sus relaciones con el asesinado convicto capitán Byron Lima. Ahora anuncia Jimmy que Conred hay que liquidarla y entregarle sus funciones, y sobre todo sus millones, al Ejército. Nada nuevo, antes había Morales intentado entregar todo el Ministerio de Comunicaciones a la institución armada para las carreteras, lo que logró solo parcialmente y no pudo hacerlo como querían debido a las protecciones institucionales. Llegaron también al extremo ridículo de poner al Ejército a hacer pupitres.

El dilema para el movimiento ciudadano, para las fuerzas y sectores realmente democráticos es enorme y crucial resolverlo. Si se permite que se manipulen los comicios para continuar en el poder se habrá sepultado la democracia y se habrá borrado el avance institucional logrado trabajosamente en esta “era democrática”. Volveríamos al sistema de la apología del delito en un marco grotesco donde un mal comediante y peor estadista se presta al juego más perverso y conspirador contra los valores democráticos y las instituciones de la República de Guatemala. ¡Solo el Pueblo salva al Pueblo!

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/domingo/2019/01/27/apologia-del-delito-o-maldita-comedia/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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