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Un pañuelo
sin llanto no es pañuelo,
tampoco sin suspiros,
sin sombras atrapadas
en sus arrugas
o sin un beso
escondido,
limpiado a hurtadillas
y doblado en seis
con el pañuelo entero.

Los catarros,
los estornudos,
los esputos
y los mocos,
esos se guardan en papel higiénico
o se tiran en el tacho.

Un pañuelo porta dolores,
secretos  y sudores.