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Danilo Santos

La alianza entre religión y política está siendo utilizada para desviar a la opinión pública de temas torales en la actual coyuntura; elección de cortes, la pandemia y sus efectos y, sobre todo, del quehacer del pacto de corruptos.

Asociaciones que se hace llamar de sociedad civil fueron aceitadas para cumplir con uno de los objetivos de guerra de las “roscas” políticas cuasi militares que se están formando alrededor del presidente Giammattei; l Procurador de los Derechos Humanos es el sacrificado para dejar en claro que en Guatemala los Derechos Humanos no interesan, menos los de las mujeres o de la niñez y juventud. Jordán Rodas está bajo fuego y se han alineado Congreso de la República, Contraloría de Cuentas, Corte Suprema de Justicia y los autonombrados “defensores de la vida y la familia”. ¿Tan poderoso es el Defensor del Pueblo como institución? ¿Tienen miedo de una candidatura presidencial capaz de aglutinar liderazgos sociales dentro de tres años? ¿Temen una mancuerna con Thelma Aldana? ¿O simplemente les molesta que el PDH “no se les cuadre”?

El fondo del asunto está en la tan ansiada “unidad” que ordenan los conservadores, que entendida de manera correcta es la obediencia disciplinada de la población guatemalteca, sin chistar, sin cuestionar esos marcos culturales miopes y con propensión a la corrupción. Otro objetivo es la Corte de Constitucionalidad, para lo cual necesitan generar golpes exitosos y que provoquen simpatía en la fanaticada político-religiosa-empresarial; de ahí que el PDH va primero en la lista, luego seguirá la alta corte.

Así las cosas, el próximo año estaremos frente al asalto final del Estado y la persecución de liderazgos y organizaciones sociales disidentes, la crudeza que viven los hermanos campesinos cuando son tratados inhumanamente y son echados a su suerte en las montañas de este país, será lo que se sentirá en lo urbano; quizá esto ayude a dejar el acomodamiento y la soberbia burguesa. Sentir en carne propia “todo el poder” de las mafias y gorilas administrando las ideas, los dioses y los dineros del pueblo.

Claro que no es necesario llegar a tales extremos y con pandemia o sin ella, es tiempo de accionar en los ámbitos jurídicos y sociales contra quienes se están aliando para torcer la ley y la realidad a su antojo, contra los que nos hablan de democracia pero son unos completos dictadorzuelos. Si no hacemos nada estaremos ante el control total de la cosa pública a partir de fundamentalismos político-religiosos que garantizarán a las élites ultraconservadoras que el statu quo se mantendrá intacto.

No podemos esperar a las elecciones porque éstas se han vuelto una burla, una charada predecible que garantiza poder político a caciques, narco-políticos, chafa-políticos, empresa-políticos, y uno que otro político de verdad. La democracia es permanente, se trata de la presencia de los intereses de la ciudadanía en los grupos de presión, de permanente acción de las minorías y de las bases partidarias frente a sus representantes. Esperar las elecciones cada cuatro años es eternizar la propuesta gatopardista que se elabora lejos de los partidos políticos y de la gente.

Si no frenamos este embate contra el pluralismo político e ideológico nos tocará vivir los próximas décadas con los efectos de un Estado ausente, retrogrado y represivo, que solo protege los intereses de las élites.

Si no hacemos nada estaremos ante el control total de la cosa pública a partir de fundamentalismos político-religiosos que garantizarán a las élites ultraconservadoras que el statu quo se mantendrá intacto.

Fuente: [lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar