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Manuel Villacorta

La lucha por instaurar un gobierno democrático, comprometido con las mayorías pobres de Guatemala, está en proceso. Eso podrá ser posible a partir de las próximas elecciones generales. Fundamentalmente porque los sectores más nefastos y reaccionarios que han secuestrado el Estado desde 1954 hoy están más debilitados que nunca. Sus partidos nutridos por corrupción y financiamiento ilícito están a la deriva. Les representa un supuesto liderazgo, en todo caso amoral y espurio. Están fragmentados, desesperados y sin objetivos. Por el contrario, fuerzas políticas incipientes pero crecientes, en unidad histórica con organizaciones sociales de masas, perfilan una unidad que puede y debe ser lograda. El liderazgo político y social que representa a estos últimos tiene una responsabilidad enorme, extraordinaria e ineludible. En estas elecciones por venir, habrá más equidad en propaganda y serán los foros y debates los que revelen certeramente quiénes pueden dirigir el cambio urgente que nuestro pueblo pobre y mayoritario reclama y necesita.

La unidad popular, política y social es más urgente que nunca. Los líderes genuinos de estas instancias deben comprometerse con la mayor convicción y responsabilidad para crear un solo frente, una sola instancia, que recoja y articule las demandas de nuestra población: empleo, seguridad, educación y justicia para todos. En síntesis, las tres “T” que expone el papa Francisco en sus planteamientos de consciencia y responsabilidad social: Techo, Trabajo y Tierra. Eso reclama este pueblo nuestro, empobrecido y agobiado, explotado y marginado, que tiene derecho a tomar el destino de sí mismo, a partir de un gobierno comprometido, valiente y responsable que transforme de una vez y para siempre este modelo económico político basado en la explotación, la corrupción y la cooptación de las instituciones públicas, que solamente al pueblo le pertenecen. Hago un llamado tajante y directo al liderazgo social y a los líderes políticos comprometidos con las mayorías: unidad, unidad y más unidad. Las diferencias pesan mucho menos que el hambre que golpea a millones de niños. Pesan menos que los abusos seculares que se cometen contra la clase trabajadora, explotada y esquilmada por la voracidad de una élite empresarial insensible y plutocrática que jamás consideró los derechos de los trabajadores y sus familias. Pesan menos que la acción perversa de la partidocracia corrupta vendida al mejor postor, en este casino institucional creado para cerrar el paso de la verdadera democracia y la justicia social.

Hay ciertamente algunos líderes sociales que con su posición obtusa e intransigente le hacen el juego a las fuerzas más oscuras y reaccionarias del país, convirtiéndose en cómplices de los mismos, al no permitir la unidad social, al preservar una intransigencia fatal que llega a lo criminal. Los líderes progresistas de esas organizaciones deben optar por separar a los referidos y tomar la direccionalidad de todas las organizaciones. Hoy nuestro pueblo reclama unidad, unidad y más unidad. Nuestra lucha social por una patria justa y para todos no es un sueño, es el camino que debemos recorrer. Que las próximas elecciones encuentren un torrente político y social inmenso y comprometido, dirigido por un nuevo liderazgo político, inicio verdadero del cambio que nos urge y que merecemos como pueblo. Quien pretenda dividir a nuestro pueblo deberá ser considerado como enemigo del mismo. La tarea urgente es unidad, unidad y más unidad. “El que obtiene la unidad, lo obtiene todo”: María Zambrano.

Fuente: [https://www.prensalibre.com/opinion/columnasdiarias/llamado-urgente-a-la-unidad-popular/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.
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