Carlos López
Una novela es la vida secreta de un escritor,
el oscuro hermano gemelo de un hombre.
William Faulkner
El thriller en que se convirtió una de las actividades por las que lucharon los mejores hijos de Guatemala, la lucha política, un show hecho para la canalla telenovelera, se vio de pronto interrumpida por la filmación de un asesinato-suicidio anunciado por una mente siniestra como nunca se había visto ni en las peores películas snuff. La burguesía guatemalteca corrupta, asesina, sinvergüenza, torpe como siempre ha sido, quiso dar un golpe de estado mediante un golpe mediático que la volvió a dejar en ridículo y evidenció su falta de imaginación, de sentido común. El hecho detonante de La nave del olvido es la divulgación de un video donde un abogado de la mafia guatemalteca denuncia y responsabiliza al presidente de la República y a su esposa, junto a otros funcionarios menores, de su asesinato, que sucede un día después.
La novela inédita (otro hecho inédito que se inscribe en este orden increíble de sucesos desquiciados, pues cómo es posible que sin haber salido de la imprenta se divulgue y conozca una obra) de Mario Roberto Morales retrata muy bien a los protagonistas de la historia narrada con un estilo reconocido en el cual es casi imposible disociar al autor del protagonista.
El narrador omnisciente, profesor universitario, casi no distorsiona los hechos reales que recrea; apenas hay cambios de nombres y poca ficción; los personajes secundarios de la novela se pueden identificar con facilidad. Ésta es tal vez la novela más realista de Morales, que por momentos reflexiona casi con la técnica del ensayo sus desahogos ideológicos que desnudan al oenegenismo vestido de cordero mesiánico que sustituyó la lucha de clases en Guatemala y en los países donde los dueños del capital mundial tienen controlada a la población. Porque la reacción nacional, testaferro de las transnacionales, no sólo usó el intelicidio (neologismo inventado por Morales) en las décadas de los 70 y 80 sino la cooptación más descarada de las personas que dejó vivas o se salvaron de milagro de morir bajo la metralla militar.
Morales sabe de lo que escribe porque todo lo vivió, no como espectador, sino como protagonista de la historia de la lucha armada en Guatemala; ahora dedica su tiempo a luchar desde el periodismo y la academia y a escribir ficción. Sin embargo, sabe delimitar los discursos en que se expresa. La nave del olvido conjunta verosimilitud y verdad, lo que, sumado a un contrapunteo capitular donde logra con maestría mezclar enredos amorosos cursis al estilo de la telenovela y enredos políticos que sólo en un país surrealista pueden suceder, suscita una lectura que se disfruta a la vez que es detonante de reflexión, de pensamiento nuevo, de crítica y autocrítica. Vivir en Guatemala y no ser surrealista es hasta una contradicción biológica. La novela inédita de Morales pasa del surrealismo al hiperrealismo en una danza con ecos de boleros. Sus personajes están cincelados con conocimiento; cada uno tiene su discurso y se expresa según su origen social en una atmósfera propia.
Morales no presenta una visión única de la realidad; sin maniqueísmos, también critica las fallas de la dirigencia de la izquierda oportunista, entreguista, a los militantes pseudorrevolucionarios que hicieron retroceder décadas el avance organizativo de la sociedad para transformar Guatemala.
La mirada amplia que se despliega en La nave del olvido (que es en realidad una nave de locos, como dice el epígrafe que abre el relato) es diacrónica. Sus alcances trascienden una sola realidad y un solo contexto. A nosotros como lectores nos corresponde ampliar la crítica o atenuarla, aunque para eso se requiere valentía, pues su autor no deja intersticios, cabos sueltos; al contrario, abre interrogantes; en su creación no pone sellos contundentes, por su autoridad, por su maestría, sino por el diálogo inacabado que propone.
Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
- Ellos dicen «buen día», pero cantan «Las mañanitas» - 20 agosto, 2024
- Legado y vigencia de Miguel Ángel Asturias - 3 agosto, 2024
- Maldición eterna a los genocidas israelíes y sus secuaces en el mundo - 9 junio, 2024
Comentarios recientes