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Mario Roberto Morales

En la celebración del Día de la Autonomía Universitaria, el pasado 1 de diciembre en el Aula Magna (“Iglú”) de la USAC, se leyó el Decreto correspondiente firmado por Francisco Javier Arana, Guillermo Toriello y Jacobo Arbenz en 1944.

Cuando lo escuché, de inmediato pensé en lo que anda diciendo Vargas Llosa sobre que Arbenz debe ser apropiado por “nosotros los demócratas” (o sea, los neoliberales) y no por la izquierda, como ha sido tradición en vista de quiénes lo derrocaron.

En su novela Tiempos recios, este vocero neoliberal repite lo que todos sabemos: que ni Arévalo ni Arbenz eran comunistas, y que lo que Arbenz soñó ingenuamente para Guatemala fue una democracia a imagen y semejanza de la democracia gringa. Por esta razón, el vocero neoliberal concluye en su novela que fue un “error” de Estados Unidos derrocar a Arbenz pues, según él, eso provocó la ola guerrillera-socialista que cundió en América Latina en los siguientes decenios. Por suerte, también sabemos que lo que él llama “error” para significar algo excepcional, obedeció a una política exterior sistemática en la que la excepcionalidad de este “error” no se sostiene, sobre todo a la vista de la historia continental.

De su “teoría del error”, Vargas Llosa salta –en recientes entrevistas– a que a Arbenz se lo debe apropiar la derecha neoliberal (“nosotros los demócratas”), a pesar de que a los amos locales de esta derecha no les gustó su novela por “izquierdista” y “peligrosa”. A Arbenz, dice, no se lo debe apropiar la izquierda, pues él es un ejemplo de político democrático. Con esto, el vocero neoliberal pretende dotar de ideología, tradición de lucha y mística a la expresión light del neoliberalismo local, que coincide con la oenegista izquierda rosada, arrebatándole a Arbenz a la izquierda popular, organizada en torno a la lucha de clases y no a los culturalismos financiados por quienes también sufragaron el golpe de Estado en Bolivia (NED, USAID, HRF, CANVAS et al).

La movida de Vargas Llosa pretende despojar a la izquierda –y a los pueblos cuyas aspiraciones ésta representa– de un segmento de la memoria histórica nacional-popular haciendo de Arbenz un prócer del neoliberalismo, del capital especulativo de los Rothschild, la City de Londres y Wall Street, y de la industria armamentista y energética, que es la que precisa de guerras para vender sus productos.

No sería raro entonces que el simulacro de oposición que tendrá el próximo gobierno de ultraderecha –y que provendrá de la light right unida a la pink left– enarbole a Arbenz como la encarnación del ideario neoliberal: ése que “por error” Estados Unidos aplastó aquí en 1954 pero que, como los tiempos recios son ahora mansos, ya puede ser felizmente posible. ¿Son ustedes capaces de tragarse esta bola de estiércol?

La movida de Vargas Llosa pretende despojar a la izquierda –y a los pueblos cuyas aspiraciones ésta representa– de un segmento de la memoria histórica nacional-popular haciendo de Arbenz un prócer del neoliberalismo

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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