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Carlos Figueroa Ibarra

Entre los análisis que se han publicado sobre las causas del triunfo de Alejandro Giammatei en la segunda vuelta electoral en Guatemala, se han mencionado dos: la primacía del voto emocional entre los electores y los anticuerpos de Sandra Torres. Se ha dicho que Torres es especialista en hacer presidente a quien se le enfrenta en un proceso electoral. Más seriamente, otro análisis refiere que en una encuesta de CID-Gallup ninguno de los encuestados aludió al Plan de Innovación y Desarrollo  de Giammattei como motivo para su victoria. En efecto, los votantes en  deciden más por imágenes y emociones que por programas y los negativos de los candidatos juegan un rol importante sobre todo en un sistema de segunda vuelta. Así las cosas, debe preguntarse cuál fue el contenido del referido voto emocional y el de los anticuerpos de la candidata perdedora.

El domingo 11 de junio se enfrentó el referido voto emocional contra una maquinaria electoral que se suponía podría triunfar en un contexto de alto abstencionismo. La UNE de Torres ha sido el partido más estructurado en los últimos años y además contaba con la capacidad movilizadora de diputados y alcaldes. Lo cierto es que aun en el contexto de un alto abstencionismo (57%), que favorece al partido con más voto duro y con mayor estructura electoral, la UNE no pudo sobrepasar a lo que se ha llamado el voto emocional. Y ese voto emocional se fincó sobre todo en una añeja campaña de satanización de Sandra Torres que en esta ocasión se vio recrudecida con un anticomunismo sorprendente en tanto que Torres no tiene nada de comunista. El lunes 12 han circulado en las redes imágenes de un Cristo o una Virgen de la Asunción protegiendo a Guatemala, también la de un quetzal  desgarrando una bandera roja con la hoz y el martillo… mis amistades anticomunistas celebran que Guatemala se haya salvado del “Socialismo del siglo XXI” y un querido amigo derechista me espeta que lo sucedido me debe convencer de “que el comunismo nunca triunfará en Guatemala”. Para morirse de risa si no fuera que lo sucedido en Guatemala la sumirá más en la corrupción, la miseria y la represión.

En 1954 la oligarquía recurrió a la propaganda anticomunista para derrocar a Arbenz.  La reacción dijo que su lucha era “la liberación” de Guatemala con respecto al comunismo. En realidad la oligarquía, los partidos de ultraderecha, la iglesia católica, luchaban por restaurar el orden oligárquico instaurado en la colonia y el siglo XIX. En 2019 presenciamos una vez más el pretexto anticomunista para seguir defendiendo un orden oligárquico con el agregado de que ahora ese orden es corrupto y mafioso. Con Giammatei se afianzarán en el Estado el grupo de intereses oscuros y clandestinos que habitan en las cañerías del sistema político. La lucha anticorrupción será una simulación, veremos un incremento del hábito represivo, la reedición de “la mano dura”, la profundización de las medidas neoliberales.  En suma, Guatemala vivirá cuatro años más de camino al despeñadero.

En realidad la oligarquía, los partidos de ultraderecha, la iglesia católica, luchaban por restaurar el orden oligárquico instaurado en la colonia y el siglo XIX.

Carlos Figueroa Ibarra
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