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Una colección de poemas de José Carlos Payeras.

Marcela Gereda

Este martes 22 de octubre se presentará en Casa Pensativa en Antigua, una colección de poemas titulados “Entonces, la vida” ¿de qué barro está hecha la mirada y voz desde donde escribe estos poemas su autor José Carlos Payeras?

Dice Mario Benedetti que como el mundo es dolor la alegría es siempre una hazaña. Hay gente que para poder ser feliz se refugia en sus burbujas o castillos de cristal para poder así evadir el dolor del mundo. Hay gente que se identifica tanto con el dolor que construye sus identidades desde el drama y la tragedia. 

Hay otras personas, una fauna acaso en extinción que conocen el dolor, lo abrazan, lo atraviesan y así se conquistan a sí mismos y al mundo. José Carlos Payeras es de estos últimos. Él no ignora el dolor del mundo, lo ha conocido, ha dormido con él, pero como guerrero atraviesa el dolor y el miedo para nombrar la belleza y también el horror del mundo. 

“El Paye” como le decimos los cuates, los de su tribu, es de ese tipo de seres que irradian luz en la vida de los otros, nació a finales de los setenta. Es autodidacta. Desde hace siete años tiene un restaurante en Antigua. Su sonrisa y abrazo es una ofrenda para la tierra. Sus poemas son el testimonio de cómo es observar el mundo desde una pequeña cocina donde transcurre la vida. 

José Carlos Payeras es alguien que conoce la historia del país, la historia de las injusticias y saqueos. Influenciado por su tío Mario Payeras, el Paye eligió la poesía ¿o la poesía le eligió a él? como medio de expresión de su tiempo y su contexto. 

Sus poemas dan cuenta de un tiempo y contexto caótico en donde a pesar de un mundo hostil en combustión, todavía encuentra dentro de sí la fuerza para detenerse a escuchar y observar la aurora y soñar que otro mundo es posible:

“Dibujemos caminos con flores, niños con sonrisa, estómagos sin hambre, montañas con árboles, ríos limpios, cielos con barriletes, parques con algodones, ojos con libros, gente sin miedo, corazones en paz”. 

Arraigado a su tiempo y al encanto de los elementos en esta latitud de la flor y del granizo, el Paye se ve y se halla en todos y cada uno de los elementos: 

“me pierdo en esas gotas que hacen charco, me pierdo en su humedad en los truenos sin eco, en los rayos que iluminan la noche y reviven árboles con sombras: almas perdidas en callejón sin salida. 

Me pierdo en la nostalgia de esa lluvia que hace charco y se vuelve río. Mañana seré un barquito de papel, en esa lluvia sin cesar, con charcos que hacen ríos”. 

Le escribe también a la injusticia de un país que no para de sangrar: “Ya no se valen más muertos ni balas disparadas a un cuerpo. Triste muerte ante la bella vida, triste pedazo de metal sin oportunidad del arrepentimiento. Ya no se valen más por los que seguimos vivos en un camino lleno de miedo: viudas, huérfanos, y madres enterrando hijos”. 

El Paye con su vida y su corazón a todo galope está construyendo una nueva forma de ser hombre en el mundo de hoy. Es una forma que tiene que ver con ser capaz de abrazar la ternura, de ser desde el corazón, de asumir nuevos retos y roles para un mundo de igualdad entre hombres y mujeres. 

“mi mano empuñada me quiere demostrar de qué tamaño tengo el corazón…los puños no fueron creados para pegar”. 

Esta colección de poemas da cuenta de ese corazón de jade que vive estas palabras, el mismo que construye poesía al cargar un bebé, cuando juega con su hija Martiné, cuando sonríe a su esposa Carol, cuando abraza a los amigos, cuando nos recuerda que la felicidad es cultivar el amor, y desde su cocina con la que hechiza. Es también desde ahí, desde el corazón desde donde teje las palabras que hoy dan forma a este libro que celebraremos este martes en Casa Pensativa. Los esperamos. 

 Fuente: [https://elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marcela Gereda
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