Ayúdanos a compartir

El derecho a la información como prioridad

Virgilio Álvarez Aragón

En el efectivo aunque poco apoyado proceso de combate a la corrupción muchos profesionales de la comunicación han jugado un papel importante, comportamiento que ha marcado una época en el periodismo nacional. Los medios debieron aceptar la presión de jóvenes periodistas dispuestos a desnudar la corrupción realizando valiosas investigaciones y promoviendo discusiones que anteriormente estaban vedadas. Nuevas formas de analizar y presentar las informaciones han impedido obviar o enmascarar las prácticas corruptas y deshonestas en el quehacer comercial público y privado que, como se ha mostrado hasta la saciedad, están íntimamente relacionados.

Pero este comportamiento de un grueso contingente de periodistas no ha estado alejado de tensiones con directores y propietarios de medios. En el monopolio de la televisión abierta y su cadena radial la descarada defensa de la corrupción para beneficio de su dueño llegó al extremo que uno de sus serviles reporteros agrediera físicamente a Pavel Vega de elPeriódico, tal vez el hecho más doloroso de la historia del periodismo actual.

Las nuevas empresas de televisión a cable dispusieron ganar espacio comercial criticando a fondo la corrupción, aunque en el caso de Canal Antigua obviando el papel de su propietario. La tensión en este caso ha tenido el desenlace esperado: conforme al propietario se le evidencia más enfangado los periodistas más visibles de la empresa debían decidir entre ser serviles, como han necesitado serlo los empleados de Ángel González y sus socios, u optar por dejar sus empleos. Juan Luis Font y sus compañeras optaron por lo segundo, y eso habla bien de todos ellos, con el agravante que siendo él accionista minoritario de la revista de la empresa debe dejar de dirigirla, con lo que sus intereses económicos también podrán ser afectados.

Muchos propietarios de medios se solazan con esta crisis, esperando que el nicho comercial que acapara dicha empresa se les transfiera. Lo mismo ha sucedido con la crisis de Siglo.21 y con otros medios con dificultades. Lo que importa al empresario es la ganancia, con lo que el derecho del ciudadano a una información veraz, completa y balanceada queda relegado a segundo plano. Los medios de comunicación privados hacen del mercado y la ganancia no solo su razón de ser, sino de su defensa desaforada su ideario. No solo se devoran entre ellos sino castigan al usuario con productos de baja calidad.

En la radio y televisión el hecho que en apenas tres décadas familias de oscuros militares y comerciantes hayan amasado inmensas fortunas evidencia que su origen, como el de casi todas las fortunas en el país, está en el uso ilegítimo, antidemocrático y hasta fraudulento de los bienes públicos. El trabajador, en este caso los periodistas, no pueden preguntar de dónde provienen las riquezas de su empleador, pero llegado el momento de cuestionar prácticas corruptas e ilegales tienen que optar por quedarse sin ejercer su profesión o asumir silencios cómplices.

Una sociedad con medios de comunicación basados no solo en fortunas de origen dudoso sino en la búsqueda permanente del lucro de sus dueños no puede construir democracia, porque por encima del derecho del ciudadano a una información veraz estarán siempre los intereses de los propietarios. Es este uno de los grandes déficits de la cultura política guatemalteca, pues el ciudadano de a pie es diariamente bombardeado por la propaganda que prioriza sobre todo y ante todo el lucro y la ganancia, y no la veracidad en la información, mucho menos el ejercicio honesto del funcionario público y la ganancia transparente del empresario.

Es por ello que una reforma real y efectiva del Estado guatemalteco tiene que pasar, necesariamente, por la constitución de medios de comunicación e información públicos, que no es lo mismo que gubernamentales, creados y conducidos para informar y no para lucrar, diseñados para servir al ciudadano y no para favorecer intereses particulares o de grupo. Sin ello nunca tendremos democracia, dado que su realización estriba en que el ciudadano obtenga información amplia y fidedigna sobre todos los tópicos y, aunque no se quiera entender, sin democracia los mercados siempre serán ineficientes y limitados.

Lo que importa al empresario es la ganancia, con lo que el derecho del ciudadano a una información veraz, completa y balanceada queda relegado a segundo plano. Los medios de comunicación privados hacen del mercado y la ganancia no solo su razón de ser, sino de su defensa desaforada su ideario.

Fuente: [www.s21.gt/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Virgilio Álvarez Aragón