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Jaime Barrios Carrillo

“Al buen entendedor pocas palabras, al sordo con palos”.
—Refrán español

Cerca del parque Colón las piñaterías ofrecen figuras de los pomposos presidentes del Ejecutivo y el Legislativo. Serán apaleadas el día de la Quema del Diablo. Les han puesto los clásicos cachos. La cultura popular es sabia. Una forma de expresión difícil de censurar. Y dan risa las piñatas de don Alejandro y don Allan. Los artesanos piñateros lograron darle forma al papel y a los alambres para representar a los dos personajes. Las piñatas tienen gestos de un despótico Giammattei y las de un Rodríguez con cachetes mofletudos y una gran barriga. Mezcla de metáfora humorística y mensaje. Son al fin y al cabo piñatas y la gente se ríe. 

Fueron miles los ciudadanos de Sololá que manifestaron pidiendo la renuncia del mandatario y rechazando a su propio diputado Allan Rodríguez, presidente del Congreso. La imagen es la de un congresista sumido en un estado entre cólera y preocupación, pero que no quiere oír. No hay peor ciego que el que no quiere oír. 

No se había visto un rechazo tan amplio a un diputado por parte de su propio departamento. ¿Cómo salió elegido? La carrera política de Allan Rodríguez es meteórica. No ha llegado a los cuarenta y sin trayectoria relevante preside ya el Congreso. Allan Estuardo Rodríguez Reyes fue asesor parlamentario nada menos que del Partido Patriota, organización cancelada por irregularidades reñidas con la ley y su máximos líderes están tras las rejas por casos de corrupción. Rodríguez fue contratista del Estado, según informaciones de un medio digital. En el portal de Guatecompras se indica que su empresa Blote-K había vendido al Estado Q413 mil en años anteriores. De nuevo el pecado mortal de la fábrica de políticos en el país: legisladores que son contratistas del Estado o han sido. 

Rodríguez fue elegido diputado por el nuevo partido Vamos de Alejandro Giammattei, un médico sin ejercicio profesional, pero eterno candidato que hizo de la política su modus vivendi. Vamos es reciclaje del Partido Patriota y otros partidos cancelados por corrupción. La fábrica de políticos tiene grandes defectos y sus productos están hechos con los moldes de la corrupción, el tráfico de influencias, la falta de transparencia y el autoritarismo heredado de las juntas militares y de caudillos a lo general Ubico, a lo general Ydígoras y otros especímenes prehistóricos de corte casi zoológico, como los generales Arana, Lucas, Mejía Víctores y Ríos Montt.

No es requisito formal que un diputado tenga estudios superiores concluidos, pero es deseable que los tuviera o una formación que equivalga. Rodríguez comenzó ingeniería en la San Carlos pero fracasó. En una entrevista a un medio digital dijo que se había retirado de la universidad por una experiencia negativa en la Huelga de Dolores, donde una niña salió golpeada y perdió un ojo. De los ojos que perdieron ahora dos manifestantes no ha dicho nada. A leguas se ve que se trata de una información descalificadora del diputado por Sololá, para ligar a la San Carlos con la violencia, lo ha venido haciendo de varias maneras. Parece ver “castrochavismo” hasta debajo de la alfombra. ¿Cómo lo presentará la próxima Huelga de Dolores? 

Allan Rodríguez emigró a la Mariano Gálvez, donde también fracasó. Pero sabe hacer otras cosas: mentir, manipular, amenazar. Para eso no se necesita título. Un ejemplar genuino de la fábrica nacional de políticos. 

En el pleno del Congreso fue elegido presidente por primera vez, representando a un partido con 17 diputados de 160 curules. Tuvo más de 80  votos contra el contendiente de la oposición, Orlando Blanco de la UNE, quien llegó a 77 votos. Lo notorio fue que cinco diputados de la UNE votaran por Rodríguez, iniciando su hemiciclo parlamentario aliándose a la alianza oficialista por encima de su propio partido. Cosas de la fábrica nacional de políticos.

En Guatemala el dinero corre a borbotones. Un diputado de la UNE indignado acusó al presidente de la República Giammattei de haber comprado a los congresistas  y de haberse inmiscuido en la elección del Legislativo, lo que contradice el principio de separación de poderes que constituye columna principalísima del sistema democrático. Giammattei y Rodríguez se entienden muy bien y le están haciendo un gran daño a la institucionalidad democrática. Ven el Estado como una multimillonaria piñata mientras el pueblo los ve a ellos como dos burlescas piñatas. 

El proceso del Presupuesto mostró el pacto de corrupción. Basta con recorrer los rubros para constatar que las prioridades de la propuesta inicial, venida del Ejecutivo y aprobada a contrarreloj y de manera opaca por la alianza oficialista, no priorizaba la inversión social, disminuía recursos al Procurador de los Derechos Humanos, la lucha contra la desnutrición, etcétera y en cambio otorgaba millonarios recursos a megaobras donde se puede adivinar mano de mono, intereses privados y tráfico de influencias. Manipulación abierta para repartirse los recursos del Estado. 

Con la aprobación del Presupuesto se desencadenó la crisis. La gente concurrió a la Plaza. Comenzaron los comunicados y los rechazos a la maniobra inconstitucional, perniciosa para un país que como Guatemala se encuentra en medio de una crisis sanitaria, social y de pobreza aumentada por la pandemia y los embates de dos huracanes. La irresponsabilidad e incapacidad de Giammattei y de Rodríguez han resultado mayúsculas y la población pide que se vayan.

En un exabrupto, Allan Rodríguez arremetió contra los medios de comunicación, contra elPeriódico en particular, después de una noticia fiscalizadora de las dietas. Es otro tipo de dieta la que necesita el señor presidente del Congreso. Lo más delicado del exabrupto son los señalamientos de sedición contra la prensa independiente. Según Allan Rodríguez, fiscalizar es lo mismo que sedición. Estamos retrocediendo a las épocas de Ubico que terminaron con el asesinato del director de El Imparcial Alejandro Córdova, del mismo modo comenzaron a acusarlo. Y es la misma línea del presidente Giammattei cuando afirmó que se está promoviendo un golpe de Estado. El mismo argumento para pedir la intervención de la OEA. 

Durante el desafortunado mandato de Jimmy Morales, el gobierno no ocultó su aversión a la prensa, es decir la que no acepta manipulaciones y mentiras. Giammattei y sus aliados en el Congreso han continuado con esa nefasta política del narcopayaso. Una sociedad, un mundo mal informado o desinformado se aleja de los controles democráticos. Partimos de que libre expresión, información verídica y acceso a la misma constituyen el triángulo equilátero de la democracia. En definitiva: la esencia democrática es la participación ciudadana en los mecanismos de toma de decisiones. Y el periodismo se ocupa de buscar la verdad y nada más que la verdad.

Las piñatas que representan a Giammattei y a Rodríguez son una válvula de escape de la gran inconformidad social. La pandemia y los huracanes vinieron a profundizar la pobreza. Pero activaron al Pacto de Corrupción. Apropiarse de recursos urgentes para los necesitados, para los damnificados, para la infancia desnutrida es un delito político horrendo. A una piñata que representa al presidente Giammattei le han puesto un letrero que reza: ¿Dónde está el dinero? 

Las soluciones no son fáciles. Lo primero, que se respete la Constitución y el sistema institucional de pesos y contrapesos. Que se nombren las nuevas Cortes. Que se destituya al Ministro de Gobernación. Que Giammattei si se aferra al cargo se llame a una Consulta Popular para que sea la ciudadanía la que diga si el Ejecutivo debe renunciar o no. La soberanía, según el Artículo 141 de la Constitución, reside en el Pueblo y está solo delegada a los poderes del Estado.

El mandatario ha llevado al país a una crisis sin retorno y nada se arreglará desde las cúpulas de poder sino desde la misma base ciudadana. Los guatemaltecos están hastiados de los pésimos gobiernos y de la corrupción. Giammattei y compañía deberían entender que la fiesta se les puede terminar con palos de ciego por la enorme inconformidad convertida en ira. Urge que se cierre la fábrica de políticos corruptos.

La pandemia y los huracanes vinieron a profundizar la pobreza. Pero activaron al Pacto de Corrupción. Apropiarse de recursos urgentes para los necesitados, para los damnificados, para la infancia desnutrida es un delito político horrendo.

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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