Carlos Figueroa Ibarra
Ha dicho Álvaro García Linera en una entrevista otorgada el 20 de noviembre, al día siguiente de la inobjetable victoria del neofascista Javier Milei, que estos días que vendrán serán sobre todo de luto y que después se hará el análisis profundo de las razones de la derrota del progresismo argentino. Pero como el mismo García Linera lo hace en dicha entrevista, es inevitable comenzar a esbozar explicaciones acerca de lo que pasó. Como observador desde lejos de la realidad argentina, estoy atento a las reflexiones que ya se han empezado a hacer y a la espera de las que se seguirán haciendo.
Me ha llamado la atención el enojo de una mujer partidaria de Milei que ha sido entrevistada en Buenos Aires por el periodista mexicano Hernán Gómez Bruera. Ante la alusión del periodista con respecto a las características demenciales de su comportamiento, respondió de manera altisonante: “Prefiero loco por conocer que chorro (ladrón) conocido”. Acto seguido manifestó su ira con respecto a que mientras existe un pueblo trabajador que paga sus impuestos, otra parte de la población son “planeros”, es decir gente haragana que vive de los planes sociales. Ideas similares le plantearon al periodista varios jóvenes. Igualmente, un trabajador que afirmó levantarse diariamente a darle cara “al laburo” (trabajo), expresó su irritación ante quienes viven de los programas sociales. Recordé mi estancia en Argentina en los meses anteriores al triunfo de Mauricio Macri en 2015, cuando un taxista bonaerense me expresó similar descontento.
La mayoría del pueblo argentino ha mostrado su cólera fomentada por un 140% de inflación anual y la existencia de un 40% de pobres e informales. Como lo ha expresado Atilio Borón en un análisis del triunfo de Milei, en estas elecciones del 19 de noviembre votaron una parte importante de los 9.5 millones de jóvenes de entre 17 y 29 años los cuales representan el 27% del electorado. Es decir, votó una parte importante de la población que ha sido la víctima principal de la informalización, de la precarización salarial y laboral que ha vivido Argentina.
“Mas vale un loco por conocer que un chorro conocido”. La mayor parte del pueblo argentino (56% y 14.48 millones contra 44% y 11.52 millones) le ha dado a ese loco el beneficio de la duda. Finalmente es un pueblo cansado y que tiene la percepción de que desde 2003 hasta el día de hoy, salvo los cuatro años de Macri, el kirchnerismo ha gobernado y por lo tanto es el principal responsable de la crisis que vive el país. Como dijo uno de los jóvenes entrevistados que apenas ha empezado a votar: “no votaría por ningún K”. Difícil resulta convencer a la mayoría de la población que la gran crisis que vive hoy el país, es en buena parte debida al monstruoso endeudamiento argentino del cual Macri es en gran medida responsable.
Se ha dicho que el enojo y la desesperación ha hecho que la mayoría del pueblo argentino vote por un programa ultraneoliberal cuyas características y consecuencias ni siquiera conoce con exactitud. Una joven entrevistada no sabía que Milei quiere hacer una reforma regresiva en las pensiones y expresó su desacuerdo porque veía el caso de su abuela recibiendo una miserable jubilación. Tampoco parte de la población que votó por Milei estaba advertida de que su candidato aliado a la vicepresidenta electa Victoria Villarruel planean desmontar lo logrado en materia de justicia transicional contra los genocidas argentinos.
Milei ha ganado por diversas causas. Algunas de ellas son: un gobierno progresista que resultó tímido con respecto a las medidas que había que tomar para que lo diferenciaran con respecto al neoliberalismo; un presidente Alberto Fernández que entró en ruptura con su vicepresidenta Cristina Fernández por desacuerdos por las medidas anteriormente mencionadas; un candidato que se presentó como un outsider cuando en realidad venía siendo apoyado masivamente por las redes sociales por el establishment neoliberal y una creciente derecha neofascista; un candidato que usó las redes para afianzar el ideario neoliberal y volverlo una narrativa dominante en este proceso electoral; un pueblo irritado por la inflación y la informalidad que no es plenamente conciente de lo que se le vendrá encima después del 10 de diciembre cuando Milei tome posesión.
He aquí algunas de las causas que desde lejos advertimos los que con esperanza supimos los resultados de la primera vuelta del 22 de agosto cuando Unidos por la Patria pasó al balotaje en primer lugar. Con desazón vemos que con Javier Milei venga, al igual que con Macri en 2015, una nueva oleada reaccionaria que comenzaría en 2025 con Trump en Estados Unidos, continuaría en 2026 en Chile con José Antonio Kast y con algún otro personaje en Colombia, para rematar con un eventual renacido Jair Bolsonaro en Brasil de 2027. Para que todo esto no suceda, contribuiría que en Argentina pronto se advierta que el programa de shock de Milei, no solamente es inviable sino traerá un enorme sufrimiento a los que votaron en contra de él y también a los que lo hicieron a su favor.
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