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37 razones para no tener la conciencia tranquila

Danilo Santos

No tengo la conciencia tranquila porque tanta tragedia no puede ser normal, no debe ser normal y mucho menos podemos acostumbrarnos a tanto desprecio por la vida; especialmente por la vida de niñas y adolescentes segregadas y sometidas a vejámenes denunciados e ignorados, al actuar tardíamente. No importa quién venga a rasgarse las vestiduras, la responsabilidad del Estado es clara y no es evadiendo, justificando, culpando a otros, a los padres o las propias fallecidas, que se logrará quedar libre de culpa; mucho menos hacer política de Estado y corregir los errores cometidos para que esto no se repita jamás.

Y por favor, argüir que los culpables son los padres por no poder cuidar a sus hijos, no justifica la muerte.

Si así trata el Estado a menores de edad: mezclando población, hacinando, abusando, torturando y por supuesto no rehabilitando a unos y no protegiendo a otros… podrá imaginar el lector cuál es la situación de los demás hogares de “protección”, y por supuesto, del Sistema Penitenciario. El Estado toma a los menores que no pueden ser protegidos por sus familias, pero a su vez tampoco los puede proteger, tal acto nos deja con niños, niñas y adolescentes, dos veces desprotegidos.

Existieron sendos reportajes, noticias y denuncias sobre lo que sucedía en el “Hogar Seguro”, y quienes debieron actuar no lo hicieron. Los tribunales siguieron mandando a menores en conflicto con la ley a un lugar inadecuado; la Oficina de Prevención de la Tortura no pasó más allá de informes, cuando su papel es PREVENIR y para eso cuenta con capacidades especiales que le permiten ACTUAR para proteger a los que se encuentren en cualquier recinto privados de su libertad por el Estado, para que no sufran de “tortura, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”, (evidencia de todo lo que encierra su mandato había de sobra). La Secretaría a cargo sabe más que cualquiera lo que allí sucedía y podía, con dos dedos de frente, prever lo que podía pasar y por lo tanto hacer algo para evitarlo. La PGN simplemente falló. Punto.

Hay 37 razones para no tener la conciencia tranquila, si alguien que esté vinculado directamente a lo sucedido, por su cargo, función o responsabilidad, si la tiene, le falta empatía. Si nosotros, los ciudadanos, toleramos esa actitud, no tenemos perdón.

En resumen, resulta esta tragedia en un hecho NO aislado, que involucra a varias instituciones, todas indolentes en su proceder. Cuando creemos que lo hemos visto todo, viene la realidad a decirnos que apenas estamos rascando la superficie de la podredumbre que hemos macerado a fuerza de olvido y cobardía. Corrupción, impunidad, cultura machista y el poder cedido a verdaderos bárbaros, nos dejan nuevamente como noticia mundial y retratan la terrible situación en la que vivimos: y no me cansaré de repetirlo, especialmente los más desposeídos.

Yo no tengo la conciencia tranquila porque como ciudadano permito que este Estado desprecie a los desposeídos y nos lance al rostro sus cuerpos humeantes.

Si así trata el Estado a menores de edad: mezclando población, hacinando, abusando, torturando y por supuesto no rehabilitando a unos y no protegiendo a otros… podrá imaginar el lector cuál es la situación de los demás hogares de “protección”, y por supuesto, del Sistema Penitenciario.

Fuente: [http://lahora.gt/37-razones-no-la-conciencia-tranquila/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar