Ayúdanos a compartir

Danilo Santos

Esta ficción que la ortodoxia política nos hace vivir en este país es completamente embrutecedora. No se puede disentir ni criticar y mucho menos estar abiertamente en contra de lo que se hace o decide desde el poder. El fin es supuestamente preservar el orden, pero disiento, creo que el fin es conservar el desorden. Y les tengo noticias a los más cuadrados en todos los espacios y en cualquier lugar del espectro político, ustedes saben que el consenso mantenido a fuerza de intereses espurios es completamente falso y, que las confrontaciones despiadadas que ustedes protagonizan están relegadas de una lucha política lícita. Por lo tanto, cuando las ortodoxias se derrumban hay que celebrar, sin olvidar, claro está, que las oposiciones que hacen caer dichas ortodoxias estaban en la base de ella misma y sobrevivirán sólo si el poder del conjunto de personas, instituciones y entidades influyentes en la sociedad que procuran mantener y controlar el orden establecido, son realmente debilitadas. Si esto no sucede, no cambia nada.

Dicho lo anterior, lo que está sucediendo frente a nuestras narices en el actual gobierno y Estado Guatemalteco, es una clara muestra de que, a toda costa, cada uno cuida el poder negociado con quienes dejan hacer y dejan pasar o con quienes definen en la estructura cómo deben ser las ideas y la ortodoxia en toda su extensión en la superestructura. Hay los que se niegan a dejar la propiedad de un partido y se refugian en los movimientos que anteriormente han hecho para controlar la esfera jurídica, claramente es el caso de la UNE. Hay otros que escudándose en la legitimidad que los “sometidos al poder” les dan las urnas, dicen hoy una cosa y mañana hacen otra, mienten descaradamente o no cumplen lo prometido o lo propuesto, lo prometido en campaña y lo propuesto en sus programas. Voy a disolver la SAAS dijo el Presidente, y lo que desapareció fueron instituciones ligadas a la construcción de paz desde el Estado. Por poner un ejemplo de mentira y engaño. Por otro lado, crea una instancia que perseguirá la corrupción dentro del gobierno (para taparle el ojo al macho), pero, por otro lado, crea un Centro de Gobierno a todas luces ilegal, que usurpa funciones de la vicepresidencia y lo ministerios.

También está lo que pasa en el Congreso con la elección de Cortes, que se inventan cualquier bodrio para entrampar el proceso y no verse ante nuevas magistraturas que puedan amenazar su presente y pasado político. Y así va la vida en Guatemala, a salto de mata, de artificio en artificio que nos aleja de las verdaderas luchas por derribar las ortodoxias y poner orden a este desorden de país. Ojalá y mejore el Presidente, pero no me subo a esa noria de ayunos y oraciones, porque no es lo que sacará adelante a las mayorías de esta o cualquier pandemia, sino una gestión pública seria y alejada de “ilusiones bien fundadas”.

A quienes quieran desterrar la manipulación que se ejerce desde las posiciones de poder que son capaces de cambiar testimonios en su beneficio, atrévanse a luchar en serio…

El fin es supuestamente preservar el orden, pero disiento, creo que el fin es conservar el desorden.

Fuente: [lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar