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Carlos Figueroa Ibarra

Noticia destacada ha sido en Guatemala la detención y vejación el 11 de septiembre del periodista Sonny Figueroa después de haber publicado junto a un colega un artículo acerca de Miguel Martínez, Director Ejecutivo de la Comisión Presidencial del Centro de Gobierno. Días antes Martínez había presentado una denuncia penal contra otro medio periodístico alegando acoso e invasión a su intimidad familiar. La Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) denunció públicamente el hecho como un acto violatorio a la libertad de prensa. El Centro de Gobierno anunciado pocos días después de haber asumido Alejandro Giammattei la presidencia, se ha convertido en un  superministerio que fiscaliza a las demás dependencias del gabinete presidencial y se encarga de velar “porque se cumplan las promesas que hace el presidente a la población”. Es literalmente el centro del gobierno.

Miguel Martínez es un joven de 31 años, con poca experiencia profesional. Ahora dirige, con un alto salario, una instancia gubernamental integrada por 24 funcionarios y que tiene un costo significativo para el erario público. El presidente Giammattei justificó la creación de dicha dependencia, que ha asumido funciones que le corresponderían a la vicepresidencia de la República, diciendo que es una forma innovadora de administración pública que ha sido adoptada ya en 23 países. Explicó el nombramiento de Martínez por su conocimiento mutuo desde hace muchos años (sic), por su entendimiento del plan de innovación y desarrollo y también conocimiento  de los ministros. Además,  “es de mi absoluta confianza. Así de fácil”. El joven superministro ha argumentado que él es de “las pocas personas que quizá conoce más al presidente”. La intimidad reconocida por Giammattei y el “patojo” (joven) ha sido mencionada en medios noticiosos como resultado de una relación sentimental.

La cercanía afectiva con el presidente se ha convertido para Martínez en poder extraordinario que incluso atenta contra las formas protocolarias. Existen versiones que pintan al muchacho empoderado como  de carácter berrinchudo. La situación puede interpretarse como el surgimiento de una nueva pareja presidencial. Semejante a la de Álvaro Colom y Sandra Torres en Guatemala, Vicente Fox y Martha Sahagun en México, y la de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua.  Más allá de la alegada relación sentimental, que corresponde a la respetable esfera privada, lo que hay que cuestionarse en esto de las parejas presidenciales es el asunto de si un funcionario no electo puede tener un enorme poder. Cuando un funcionario no electo o varios funcionarios no electos adquieren superpoderes la democracia empieza a naufragar.

El asunto del patojo empoderado del presidente no le ayuda en nada a Giammattei, quien ha sufrido un desgaste acelerado en estos  siete meses de pandemia. Revela también los vicios estructurales que tiene un poder político minado por la corrupción, la impunidad y el autoritarismo. Evidencia ese despilfarro del gasto público, motivado por nepotismos,  influyentismos y venalidades, que resultan insultantes en un país que como Guatemala  se asienta en un régimen excluyente, profundamente desigual  y con  un pueblo crónicamente empobrecido.  Así de fácil como diría el presidente Giammattei.

El asunto del patojo empoderado del presidente no le ayuda en nada a Giammattei, quien ha sufrido un desgaste acelerado en estos  siete meses de pandemia.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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