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Alba Cecilia Mérida

Tenía quince años, eso fue en 1980, cuando escuché por primera vez el nombre de Alejandro Cotí. En ese momento no entendía de la tragedia que desangraba a Guatemala a causa de las dictaduras militares. En ese año el país estaba bajo la bota militar de Fernando Romeo Lucas García, uno de esos miserables generales de los que ya sabemos tanto.

La noticia del asesinato de Alejandro Cotí causó una gran conmoción en Quetzaltenango. Su familia formaba y sigue formando parte de la sociedad Maya K´iche´ de la ciudad, eran comerciantes reconocidos y apreciados. En lo personal, me conmovía escuchar los relatos sobre el dolor de su madre, de la tristeza que la embargó ante la noticia del asesinato de su único hijo hombre.

El nombre de Alejandro se quedó en mi memoria y volvió a resurgir a través de los relatos y la tristeza de mi querido Rubén (El Chino) Herrera cuando me contó que fueron amigos y compañeros de lucha en la Facultad de Ingeniería de la Usac en los años setenta. Se conocieron en el INVO en la natal Xelajú de Alejando a donde Rubén llegó a estudiar, siendo casi un niño. Recuerdo y ahora entiendo, porque Rubén lloraba cuando escuchaba “Coplas de mi país” ahora sé que era la canción favorita de Alejandro; seguramente regresaba a los años cuando la alegría y convicción empezaban a sembrar semillas de rebeldía, pero también a ofrendar su vida por un país que lo demandaba. Así eran ellos.

Cuando Rubén estuvo hospitalizado en Cuba y lo acompañé día y noche, tuvimos la oportunidad de platicar, de contarnos cosas de nuestros ayeres. El me habló de su amistad con Alejandro, de cuando se encontraban en Cuatro Caminos (Rubén venia de Huehue y Alejandro de Xela) y emprendían el viaje a la ciudad capital. Sí, además, de la lucha compartieron alegrías y aventuras propias de esa época de juventud, alguna vez las calles de Panajachel los vieron pasar de camino al Lago de Atitlán.

Ahora, con la historia de Alejandro me llegan de tajo otros relatos de la historia de Rubén y me sorprendo de cómo lo sigo conociendo. En el libro que sobre la vida de Alejandro se presentará en Quetzaltenango este próximo viernes 14 de octubre encuentro, no sólo huellas de ambos, sino de la dolorosa historia de este país, de cómo los militares cegaron la vida de tantos y tantos hombres nobles y de tantas y tantas mujeres nobles que fueron secuestrados, torturados y asesinados. No es metáfora cuando decimos que la tierra de Guatemala está regada con la sangre de sus mártires, con las lagrimas de quienes los lloraron y el sudor de quienes todavía buscan a sus seres queridos desaparecidos. De ahí esta expresión tan sentida y necesaria ¡prohibido olvidar!

Alejandro Cotí, el libro, es, debería de ser un texto obligado para comprender y apropiarnos de la historia política de Guatemala, para entender la vida de quienes, siendo tan jóvenes en aquellos años, decidieron formarse intelectualmente (la prueba de que la academia no está reñida con las luchas sociales), organizarse políticamente y luchar en contra del militarismo y un sistema económico que explota a obreros y campesinos. Hoy, claro, otros son los conceptos y categorías, así como otras son las condiciones para organizarnos y luchar, pero no podemos perder de vista los hilos que tejen nuestra historia.

En su libro ¿Cómo olvidar a las Memorias Olvidadas? Rubén recuerda a Alejandro, como “uno de los líderes indígenas de su tiempo con más lucidez y que su postura y pensamiento alternativo lo obligaron a estar en las primeras líneas contestarias y que lo llevaron envuelto en una bandera rojinegra, hasta el final de sus días. Otra vida que cayó a manos de esbirros y asesinos de este sistema, que son el oprobio de este país.”

Quetzaltenango, 6 de octubre de 2022

En el libro que sobre la vida de Alejandro se presentará en Quetzaltenango este próximo viernes 14 de octubre encuentro, no sólo huellas de ambos, sino de la dolorosa historia de este país, de cómo los militares cegaron la vida de tantos y tantos hombres nobles y de tantas y tantas mujeres nobles que fueron secuestrados, torturados y asesinados.

Fuente: Facebook

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