Carlos Figueroa Ibarra
Escribo estas líneas cuando las noticias todavía incompletas dan cuenta de que el Partido Republicano en Estados Unidos ha recuperado el control de la Cámara de Representantes, tiene un virtual empate con el Partido Demócrata en el Senado y ha ganado la mayoría de las gubernaturas en disputa. ¿Este triunfo habilita a Donald J. Trump para volver a ser el candidato presidencial en el 2024? Cuenta con el 71% de las preferencias de los republicanos, pero la marea republicana no fue contundente. Solamente parte de los candidatos ultraderechistas apoyados por Trump triunfaron. La pregunta para los próximos meses es si volveremos a tener a un neofascista sentado en la Sala Oval de la Casa Blanca.
En Polonia gobierna en coalición el PIS (Ley y Justicia) partido de carácter neofascista que es acompañado por una ultraderecha movimientista más abiertamente fascista como son Acampada Nacional Radical y Juventud Pan-Polaca. En Hungría el partido Fidesz (Unión Cívica Húngara) con Víktor Orban a la cabeza ha sido hegemónico en el país desde 2010. En Alemania, el neofascista partido AfD (Alternativa por Alemania) se ve acompañado de su grupo de choque Pegida y de un pequeño partido francamente neonazi, elPartido Nacionaldemócrata. AfD tiene un 10% de voto en elecciones nacionales, pero en regiones como Brandenburgo, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia tiene entre 21 y 28% de los votos.
En Italia, Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) encabezando una coalición de derecha con la neofascista Giorgia Meloni ganó la Presidencia del Consejo de Ministros. Con su coalición (Liga del Norte y Forza Italia), Fratelli dÍtalia (que obtuvo 26% de los votos) tendrá una aplastante mayoría en las cámaras. En España, Vox, una escisión neofascista del Partido Popular, ha tenido un crecimiento notable desde 2013 cuando se fundó, pues habiendo obtenido 0.23% de los votos en 2015, en 2019 llegó a 15%.
En América Latina, el neofascista Jair Bolsonaro con su coalición Por el Bien de Brasil obtuvo 43% de los votos en la primera vuelta y 49% en la segunda, un resultado espectacular teniendo en cuenta el desastroso gobierno que ha encabezado. En Bolivia, Luis Fernando Camacho encabezando el Comité Cívico de Santa Cruz ha hecho del departamento de Santa Cruz de la Sierra (del cual es gobernador) un bastión neofascista y fue protagonista de primer orden en el golpe que derrocó a Evo Morales en 2019. En Chile un neofascista de estirpe pinochetista, José Antonio Kast, obtuvo en la segunda vuelta 44% de los votos con su coalición Frente Social Cristiano. En Colombia, también en segunda vuelta, el neofascista Rodolfo Hernández apoyado por Uribe, obtuvo el 47.3%
En otros países de América Latina, el neofascismo todavía no ha obtenido resultados notables. Pero en México además del Frente Anti-AMLO (FRENA), empieza a tener manifestaciones preocupantes: el concierto neonazi de música punk y hard-core celebrado el 29 de octubre y la reunión internacional de la Conferencia Política de Acción Conservadora que reunirá el 18 y 19 de noviembre a la ultraderecha de diversos países de América y Europa.
El neofascismo tiene evidentes diferencias con el fascismo clásico de la época de entreguerras en Europa. Pero comparte con éste la vocación autoritaria, el anticomunismo (acentuado en América Latina por el avance del progresismo), el racismo (acentuado en Europa y Estados Unidos por las oleadas migratorias), el chauvinismo (matizado en América Latina por su subordinación al imperio estadounidense), la xenofobia, la demofobia, la aporofobia, la homofobia y la misoginia.
¿Por qué está avanzando el neofascismo? La respuesta es compleja y acaso digna de otro artículo. Cada país tiene motivos distintos derivados de su historia. Una causa general puede ser el autoritarismo violador de derechos humanos y ambientales que necesita la profundización neoliberal. Además, la ideología del éxito individual que ha propiciado el neoliberalismo; el racismo creciente que está provocando la migración desde el sur global; el anticomunismo que genera el avance de la izquierda, particularmente evidente en América Latina; la crisis neoliberal con su cauda de desmantelamiento de establecimientos industriales y comerciales y desempleo en los países centrales; los efectos negativos que ha tenido la Unión Europea; el fundamentalismo religioso del catolicismo ultraconservador y el neopentecostalismo; la credibilidad en disparates sustentada en la ignorancia.
No es casual que tanto en Europa como en Brasil el eslogan “Dios, Patria, Familia” haya sido la divisa del neofascismo. El mismo resume rasgos actuales del neofascismo: fanatismo religioso, nacionalismo reaccionario, racismo, aversión a la creciente multiplicidad de identidades sexuales, defensa conservadora de las instituciones existentes. Vivimos una crisis civilizatoria, el avance del neofascismo es uno de sus síntomas.
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