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La satanización de Nestora Salgado

Carlos Figueroa Ibarra

Los candidatos de las coaliciones encabezadas por el PRI y el PAN han sido involucrados en las últimas semanas en escándalos de corrupción por comisión y omisión, que los deben tener preocupados. Particularmente Ricardo Anaya, se encuentra en una delicada situación después de que la Procuraduría General de la República (PGR) ha iniciado una investigación con respecto a un supuesto lavado de dinero por 54 millones de pesos producto de la venta de un inmueble. Se ha alegado en defensa de Anaya que éste último no tiene culpa de que el dinero que sirvió para la compra del referido inmueble haya sido de procedencia ilícita. Pero el abogado de dos implicados en la transacción, ha dicho que Anaya vendió dicho inmueble a dos testaferros de Manuel Barreiro (uno de ellos su chofer), supuesto cerebro de una complicada transacción que buscaba lavar la procedencia del dinero. Y que se ha falsificado la fecha de la transacción para agregar el nombre de un comprador más creíble.

José Antonio Meade, candidato de la coalición encabezada por el PRI, está implicado en lo que se ha llamado un «pacto por la impunidad» con Rosario Robles, actual titular de la Secretaría de Desarrollo Agraria, Territorial y Urbano. Se trata de un desvío de millones de pesos hacia empresas fantasmas durante su paso por la Secretaría de Desarrollo Social y en su actual gestión en la primera de dichas secretarías. La gran pregunta que columnistas y notas periodísticas se hacen, es la de que si como titular de la Secretaría de Hacienda y luego como titular de la SEDESOL, Meade no tuvo conocimiento de todo lo que estaba sucediendo en las gestiones de Robles. Como quiera que sea, en época pre-electoral estas noticias les hacen mucho daño a Anaya y a Meade. Confirman la mala fama pública del PRI y la que ya se ha ganado el PAN.

Y en este contexto, la prensa adversa a Morena ha satanizado a la Comandanta de la Policía Comunitaria de Olinalá, Nestora Salgado después de que ésta fue nombrada candidata plurinominal al Senado por dicho partido. Dicho nombramiento, al igual que el que recibió el líder minero Napoleón Gómez Urrutia, han dado pie para que la propaganda negra califique a Nestora como «secuestradora» y a Gómez Urrutia como un corrupto que desfalcó 54 millones de dólares correspondientes a salarios de mineros.

Hay que decir que Gómez Urrutia no tiene órdenes de aprehensión y que nada le ha sido probado. La Interpol retiró las órdenes de captura y el líder minero está en condiciones de poder llegar a ser senador. El caso de Nestora es verdaderamente indignante. Hoy al igual que a Gómez Urrutia, se le sataniza como parte de la guerra de lodo que se le ha empezado a hacer a López Obrador. La gestión de Nestora como Comandanta de la Policía Comunitaria de Olinalá fue brillante: se redujo en un 90% la delincuencia en la región, la justicia que ejerció la Policía Comunitaria fue ejemplar y en gran medida sustentada en las labores de reeducación. La acusación de secuestro que se le imputó y que le costó dos años y medio de cárcel se debió al arresto por parte de la policía que comandaba, de un hombre acusado de abigeato y de haber cometido un homicidio. Contrariamente a lo que el grupo en el poder ha estado propalando contra ella, Nestora es una líder emblemática que encabezó una de las experiencias más notables de autonomía ciudadana frente a la impunidad que ha generado el fallido Estado mexicano. Estoy seguro de que como senadora su lucha por la seguridad pública asentada en una participación ciudadana se verá fortalecida.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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