Guerra, paz y justicia
Danilo Santos
Aunque se malinterprete como un llamado a la confrontación, la lucha contra la corrupción es el camino hacia la paz y la justicia en Guatemala. Desde mi pequeño y humilde espacio, hago un llamado a luchar por esa paz y esa justicia.
Hace dos años y medio cuando las estructuras criminales enquistadas en el Estado recibieron el primer golpe, se abrió una época impensada para la mayoría de capos, virreyes y ultraconservadores. Las coyunturas que se desataron entonces, apuntaban a minimizar la magnitud de lo que desvelaba y denunciaba penalmente; las investigaciones fueron uniendo puntos, removiendo capas, profundizando en la podredumbre del Estado y clase política guatemalteca.
La segunda época, con sus propias coyunturas, fue la abierta por el actual presidente Morales, primero con la animadversión hacia el MP y la CICIG por el caso “Registro de la Propiedad” y luego con el ataque directo al comisionado Iván Velásquez y los ataques indirectos a la fiscal Thelma Aldana, los cuales han derivado en graves errores político diplomáticos y un vertiginoso deterioro de la credibilidad del mandatario. Otra vez se trató de minimizar la dimensión de un grave problema en la política guatemalteca, el financiamiento ilícito de los partidos. El argumento: justicia selectiva y persecución política.
La tercera época, de la cual aún no vemos claras las coyunturas, la abre el antejuicio pedido contra el alcalde Álvaro Arzú.
En las tres épocas mencionadas los actores han sido exactamente los mismos, el tablero de ajedrez donde ganan y pierden terreno, peones, alfiles y fundamentalmente “caballos”, se ha movido constantemente y la partida está lejos de terminar, pero no fue sino hasta que se tocó al virrey, que se terminaron de posicionar realmente los que apoyan la “normalidad” de la corrupción.
La llegada del nuevo Embajador estadounidense y la permanencia de los ministros de Gobernación, Finanzas y la ministra de Trabajo, son sintomáticos y lanzan un mensaje de apoyo condicionado al Ejecutivo en aras de la “gobernanza” según el Departamento de Estado gringo. Lo que tiene que entender el Presidente guatemalteco es que eso significa lucha contra la corrupción para no tirar en saco roto los recursos de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, es decir, le están dando a pesar de todo, el beneficio de la duda. Lo cual no significa quitar el apoyo al comisionado Velásquez y la CICIG.
Quienes han estado callados y observantes, al fin saltaron a escena y ofrecen salvar al país y apoyar al gobierno. “Los empresaurios unidos, jamás serán vencidos”. Con el detalle que para salvarse hay que pagar. Si el acuerdo es entre los políticos del país del norte y los “progresistas” empresarios guatemaltecos, Morales tiene un salvavidas de dos años.
Sin embargo, un detalle al que no pone atención el mandatario, es que Arzú representa lo más siniestro y conservador de quienes fabricaron FCN Nación y lo usaron para seguir administrando el país. Y él, está en pie de guerra, ya no importa qué quiera el gobierno, Arzú quiere “morongazos” y es apoyado por una larga lista de gorilas avezados en armas, salmos y represión.
Por último, están la sociedad en su conjunto, la ciudadanía, y las organizaciones sociales (indígenas, campesinas, estudiantiles, profesionales, etc.) estas no quieren más de lo que han sufrido siempre.
Los que han fabricado las salidas negociadas a las últimas coyunturas estarán ideando la fórmula para apaciguar la ira del “Señor Oro” y mantener a flote un Gobierno y Estado completamente caduco. Nosotros deberíamos estar discutiendo, proponiendo y activando para tener la sociedad y el Estado que queremos. Sin guerra, pero con lucha, es hora de la épica de la democracia y la justicia en Guatemala.
Fuente: [http://lahora.gt/guerra-paz-justicia/]
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