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Danilo Santos

“…la nueva forma hospitalaria era a la vez el efecto y el soporte de un nuevo tipo de mirada” respondía Foucault a la pregunta de Jean-Pierre Barou sobre cómo había descubierto el Panóptico.  Y este punto de vista arquitectónico que Foucault compartía le llevaba a analizar “hasta qué punto el problema de la total visibilidad de los cuerpos, de los individuos, de las cosas, bajo una mirada centralizada, había sido uno uno de los principios básicos más constates” para evitar contactos y contagios, proximidad y amontonamientos en hospitales. Se trataba entonces de asegurar que la vigilancia fuese global e individualizante al mismo tiempo, “separando cuidadosamente a los individuos que debían ser vigilados”.

El Covid19 nos ha llevado a un Panóptico global más estricto que las propias cárceles en las cuales esta visión fue implementada para controlar a la población carcelaria de manera total y eficiente, claro, no como en Guatemala. Se intenta una vigilancia total para evitar contactos y contagios, y la efectividad de esto, de momento, es lo único que ha logrado que la pandemia no sea más dramática de lo que ya es. El punto es que esta manera de vigilar centralizadamente a los individuos tiene fallas terribles desde un lugar sumamente perverso: el mercado.  Porque quien empuja a salir, a tener contacto, al amontonamiento y la proximidad, es la “mano invisible del mercado”. El invento del Panóptico de Bentham ha dado para mucho, ahora para el estudio de las ciencias sociales y no sólo desde lo jurídico y lo sanitario.

Estamos vigilados por el capital y la salud o el bienestar no es el fondo de lo que se vigila, sino que la maquinaria que produce bienes, servicios y utilidades siga funcionando para los dueños del sistema; basta revisar las decisiones de los países como Guatemala para entender lo capturados que estamos y lo vanos que resultan los esfuerzos voluntariosos de algunos o los individuales desde el poder del gobierno o los oportunistas quienes legislan desvergonzadamente traicionando a la democracia electoral de la que hacen apología, es decir, a sus votantes.

Es difícil estar decidiendo sobre cuestiones de salud pública y de Estado en estos momentos, y los es más, cuando se tienen las manos atadas a intereses empresariales. Vivimos pues en un Panóptico perenne donde quien vigila nuestra individualidad tiene como interés que las celdas se mantengan llenas y las tareas de los reos se circunscriban a producir o morir.

Estamos en una época distinta y se cuenta poco con las luchas políticas e ideológicas a las que tanto teme la unipolaridad totalitaria de la derecha, y peor aún, de las organizaciones sociales, sindicales, gremiales las cuales han sido desmovilizadas y encerradas en celdas a las que han sido atraídas siguiendo el rastro de centavos, egos y privilegios del Panóptico creado por el sistema capitalista. La estrategia para aislarnos e inmovilizarnos ha sido efectiva y se demuestra ahora. Habrá que pensar en nuevas formas de vida y de lucha para dejar simples presos que trabajan sin realizarse, sin ser felices, sin aportar crecimiento a la humanidad y la civilización.

Fuente: [lahora.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar