Brillo de luciérnagas, de Mario Roberto Morales

Cuando San Juan de la Cruz dice que “El secreto de la vida consiste simplemente en aceptarla tal cual”, no está proponiendo una resignación pasiva y victimizada al estilo de los encorvados esperpentos iglesieros que deambulan por sacristías y confesionarios y que para fortuna nuestra son una especie en extinción. Por el contrario, invita a actuar partiendo de lo que es y no de lo que quisiéramos que fuera. De donde aceptar lo real tal cual no equivale a resignarse a ello, sino a partir de una base realista para transformarlo. De lo contrario echaríamos palos de ciego. Y no me refiero a experiencias eróticas de no videntes.