La lucidez y la creencia, de Mario Roberto Morales

Resulta de lo más entretenido observar el comportamiento de los convencidos; de los que están tan seguros de sus verdades que se ríen de los demás por considerarlos tontos, errados, perdedores. Y es divertido porque nada hay peor que las convicciones sólidas, en vista de que su solidez es sólo ideológica y por ello inconsistente, lo cual las convierte en creencias que la ignorancia transforma en falsas certezas sin posible refutación.