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¡Ya basta!

Mientras más inequidad exista, más débil será la democracia.

María Aguilar

Esta semana, la CICIG y el MP develaron un caso de financiamiento electoral ilícito que permitió que el señor Jimmy Morales, a través de su partido FCN-Nación, fundado por militares acusados de delitos de lesa humanidad y acuerpado por diputados deleznables, tránsfugas de partidos moribundos y corruptos, tuviera los millonarios fondos para ganar las elecciones.

Honestamente la noticia no sorprende. Cualquiera con un leve conocimiento de historia y nivel de análisis crítico puede leer cómo desde la Colonia la elite guatemalteca utiliza su capital para definir agendas políticas. Por eso hoy, Guatemala no es una democracia sino un país que funciona a merced de un grupo de familias corporativas y militares, quienes, tras sus trajes y uniformes, intentan esconder el nauseabundo hedor con el que operan y gobiernan.

El problema no es solo la elite sino también sectores sociales, grupos políticos nacientes, directores de medios de comunicación y grupos que trabajan para combatir la inequidad y desigualdad del país, que terminan tragándose y aplaudiendo las lágrimas de cocodrilo de mea culpa de las elites nacionales. Hasta que no se admita que el problema no es la corrupción sino las elites, las ruedas de prensa al estilo show de luces Campero será suficiente para que estas elites expíen sus actos.

El financiamiento electoral no fue ingenuo, como hipócritamente Felipe Bosch, Guillermo Castillo, Ramiro Castillo, Herbert González, Stefano Olivero, Salvador Paiz, José Miguel Torrebiarte y Fraterno Vila quieren hacerlo ver. Ellos presionaron para que se realizaran las elecciones y con su dinero permitieron que hoy la presidencia de Guatemala la dirija un ser ignorante, corrupto, inestable, quien lleva la muerte de 41 niñas sobre la espalda y elegirá al próximo Fiscal General.

Mientras más inequidad exista, más débil será la democracia. Sin embargo, el desbalance de poder no podrá ser modificado sin cambios estructurales que arranquen de raíz el poder y los privilegios de las elites y los militares. Es inaudito continuar sosteniendo a un ejército, que cada día ve incrementado su presupuesto, cuando sus miembros alientan al crimen organizado y el trasiego de drogas.

¡Basta ya! es indignante que se permita la continuación de círculos viciosos en los que la elite maneje Guatemala como su finca.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/04/23/ya-basta/]
Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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