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¿Y ahora?

María del Carmen Culajay

Pasó la primera vuelta de las elecciones. ¿Entonces? ¿Qué esperábamos?

Para muchas y muchos fue un triunfo, porque no ganó el “candidato a vencer”: Manuel Baldizón. Ahora… ¡estamos libres de esa lacra! Eso, al menos, es lo que nos hizo creer en parte la propaganda del CACIF, de la derecha empresarial tradicional, de la Embajada.

En muy buena medida el voto fue un mensaje en ese sentido: ahora que estamos en esta cruzada anticorrupción (o más bien: que nos han montando en esa cruzada), se castigó en las urnas a las opciones corruptas, a la clase política tradicional. Y Baldizón, por supuesto, era un símbolo incontrastable de eso. Su penoso porcentaje es un castigo, así de simple.

Pero… ¿quién ganó? Sin caer en las estupideces rimbombantes de los medios de comunicación, o de los manuales de Educación Cívica, obviamente no ganó “la democracia” ni “el país”. En términos políticos reales, esas trivialidades no cuentan. Ganó la derecha, así de simple… ¡O así de patético! Una vez más, gana la derecha, gana la ideología conservadora y todo sigue igual.

¿Acaso esperábamos otra cosa? Las movilizaciones de estos días nos habían ido envalentonando y abrieron un campo hasta hace unos meses impensable. Pero ¡cuidado! ¡¡Nada ha cambiado aún en la base, en la estructura!! ¿Qué podíamos esperar de estas elecciones?

Nada, absolutamente nada de nada para el campo popular. Tener como posible ganador en segunda vuelta a un comediante no manchado por la política tradicional (no es un profesional de la política, un “casaquero” de oficio), no significa nada. Sin dudas no tiene un pasado de mafioso político, pero no deja de ser tremendamente cuestionable, por su racismo, machismo y sexismo translucido en sus programas televisivos, y por su peligrosa ideología de ultra derecha, en tanto y cuanto se ha vinculado con lo peor y más reaccionario de la Guerra Fría: AVEMILGUA.

Si en esta primera vuelta gana J. Morales, eso representa el hastío y la repugnancia de una parte de la población, urbana en mayor medida, aturdida aún por las vuvuzelas y manipulada por el discurso anticorrupción que en estos últimos meses fue entronizando la CICIG como parte del mensaje de Washington, necesario para montar su Alianza para la Prosperidad.

Ganó la derecha (la empresarial tradicional fundamentalmente, el CACIF, amparada en la Embajada y cacheteando a las mafias del Estado contrainurgente), porque con las elecciones se bendice una vez más el sistema y se muestra que la población “sí puede” ejercer su soberano derecho de protesta… a través del voto, claro. Si protestamos en la calle o en nuestras comunidades rurales (que no es la fiesta sabatina de las vuvuzelas) nos cae palo. ¡Así de simple!

Ganó la ideología conservadora, la política de derecha; ganó el capital sobre nosotras y nosotros, clase trabajadora. Ganó, porque con esto se podrán desactivar (al menos eso intentarán) las luchas populares. Por lo pronto, intentarán desactivar lo que había nacido en estos últimos meses: ese espíritu de protesta, de inconformidad que había ido creciendo desbordando la agenda gringa que se nos había trazado. Con estas elecciones (con esta “fiesta democrática”, como se nos la quiere presentar), que curiosamente tuvieron una enorme participación ciudadana de alrededor del 70% del padrón, se “tranquilizan” un poco las aguas y el país sigue su curso normal.

¡¡Pero ahí está justamente la cuestión que no podemos dejar pasar!! Pasaron las elecciones, tenemos ex presidente y ex vicepresidenta presos por corruptos, tenemos a Baldizón en situación de no-ganador… ¿Acaso todo eso representa un triunfo para la clase trabajadora, para los pueblos indígenas, para los excluídos de toda laya, que somos mayoría en el país? ¡No!, definitiva y rotundamente ¡NO!

Pasó la primera vuelta de las elecciones, y para sorpresa de muchos, tanto el abstencionismo como los votos blancos y nulos fueron muy pocos. Más que implosionar el sistema político (como una parte del campo popular y de izquierda creía), la población votante concurrió a las urnas. Lo que hizo, fue castigar a la clase política tradicional, y al principal ícono de esas mafias, con un voto inesperado por el comediante de marras. ¿Es tonta la gente? No, de ninguna manera. Simplemente que reacciona como puede y, esto es lo más imporante, ¡vive eternamente manipulada!

Después de terminado el Conflicto Armado Interno pasó a ser el pandemonio que todo lo que explicaba la violencia (asimilando violencia con delincuencia). Ahora pareciera ser que es la corrupción. ¿Y cuándo se nos va a permitir hablar de nuestros problemas reales? (que no son ni las maras ni los hechos de corrupción de estos funcionarios venales). Porque no hay que olvidar que somos uno de los países más desiguales del mundo, con una oligarquía que no deja de crecer en promedio un 2 a 3% cada año en su acumulación capitalista (a costa de nuestra miseria, por supuesto) mientras el pobrerío (que incluye a la absoluta mayoría) sobrevive en condiciones denigrantes. Por lo pronto: el salario básico apenas cubre la mitad de la canasta básica, siendo que en zona urbana apenas un 50% de trabajadores lo cobra completo, y en áreas rurales sólo un 10%. Esa es nuestra realidad: pobreza, pobreza extrema, desnutrición crónica, analfabetismo, machismo y alcoholismo como constantes culturales derivados de esa pobreza generalizada, un racismo desbordante que atraviesa toda la sociedad, impunidad histórica, fincas donde el patrón aún mantiene un virtual “ius primae noctis” -derecho de pernada-, control político-militar absoluto de la población. ¡Cuidado, porque ni las maras NI LA CORRUPCIÓN son nuestros verdaderos principales problemas!

Hay que insistir mucho en esto último, porque si no, pareciera que con el encarcelamiento de Pérez Molina y su amante, y con la potencial victoria de un no-contaminado con estas cosas (que, por ideológicamente conservador, quizá sea peor para el campo popular) ahora “ya ganamos”. Pero… ¿ganamos qué?

¿Será que detrás de todo esto están los gringos moviendo hilos? ¿Será que eso de las “revoluciones su aves”-que de revoluciones no tienen nada, por supuesto- están tan bien hechas que hasta nos pueden dar la sensación de “triunfo democrático” y llevarnos a la desmovilización? Ahí está la Primavera Árabe, por ejemplo, como un espejo donde mirarnos. La cólera popular se transforma en “indignación”. Los movimientos de protesta son movimientos de “indignados”. Pareciera que la jugada está muy bien preparada. ¿Y dónde queda la protesta por el hambre, por la explotación, por la injusticia? ¿Por qué tanta cólera contenida debe protestar “pacíficamente”? Si hoy alguien osara hablar de lucha armada queda como un dinosaurio. No hay dudas que el campo popular no está en alza. O por lo menos, no lo estaba hasta hace unos meses. ¿Habrá posibilidades de ponernos en movimiento ahora?

El imperio puede ser muy hijo de puta, pero sabe hacerlo. ¡De eso no caben dudas! Si en muy buena medida toda esta jugada fue una manipulación artera de Washington, lo interesante es que indirectamente se abrió una posibilidad nueva para nosotros, el pobrerío.

¡Cuidado! ¡No nos engañemos! Las elecciones no son NI PUEDEN SER NUNCA una solución para los problemas estructurales de nuestras sociedades, de nuestros pueblos siempre castigados. Son una maniobra muy bien articulada del sistema para mantenerse a sí mismo. Si en los ingenuos (¡que de ingenuos no tienen nada!) libros de Educación Cívica se nos inunda de recomendaciones para ser “buenos ciudadanos” y participar civilizadamente en las elecciones, está más que demostrado que esta democracia, al campo popular, no le sirve.

Ya llevamos casi 30 años de ¿democracia? desde que el generalato dio elecciones, y las causas estructurales que encendieron la guerra el siglo pasado siguen inalteradas. ¿Acaso algún presidente “democráticamente electo” de los que tuvimos estas décadas cambió algo la situación real de nosotras y nosotros, trabajadores, indígenas, explotados? Vinicio Cerezo, Jorge Serrano Elías, Ramiro del León Carpio, Álvaro Arzú, Alfonso Portillo, Oscar Berger, Álvaro Colom, Otto Pérez Molina, Alejandro Maldonado…, son todos por igual, exactamente por igual, funcionales peones del sistema. Si son corruptos, mentirosos y abominables es porque el sistema mismo es corrupto, mentiroso y abominable. ¿O no es corrupto pagar la mitad del salario mínimo y evadir impuestos sistemáticamente? Y también será funcional a todo eso el próximo gerente que asuma el 14 de enero del 2016. Creer que con ese cambio de cara cambia algo en la situación de los explotados es iluso.

La población, lamentablemente, en buena medida lo cree, producto de esa manipulación de la que hablábamos. ¿De qué habla más la gente: de política o de fútbol o telenovelas? Y ahí es donde lo acontecido en estos últimos meses debe verse como un avance para el campo popular, porque se pudieron dejar un poquito de lado esos distractores (fútbol y telenovelas) y se prendió una llamita de rebeldía (la podemos llamar indignación, pero quizá es más que eso). Es decir: la gente empezó a tener una genuina preocupación política (mínima quizá, pero preocupación al fin. Y ahí estaban los “caqueros” de la Marroquín en la plaza.

Por supuesto que no se abrió una reivindicación socialista. No, claro que no. Pero sí se dio un escenario nuevo en lo político donde la población se atrevió a alzar la voz. Ahora, la cuestión debería ser ir más allá de esta crítica de la corrupción para plantearnos propuestas más radicales, que le sirvan más no al CACIF o la Embajada, sino al pueblo trabajador y explotado.

Digámoslo con un ejemplo bien evidente: el hasta ahora Alcalde de Mixco, Otto Pérez Leal (que parece repetir la historia paterna, por corrupto y por una amante que maneja lo que él debería manejar, similar a la ahora ex vicepresidenta) fue castigado este domingo y no repetirá su puesto en la Municipalidad. El saberse de actos de corrupción, y el estrafalario y provocador símbolo de pasearse con un automóvil deportivo de 250,000 dólares, llevaron a ese rechazo de la población. Ahora bien: ¿por qué ese Ferrari es corrupto y el que puede tener un empresario de Carretera a El Salvador -que, por supuesto, los tiene- es “bienhabido”? Ahí está la cuestión: ¿quién dijo que es “bienhabido”? ¡¡¡Empecemos a cuestionar la NORMALIDAD!!!

Hoy día todo lo que sea protesta, izquierda, reivindicación, discurso alternativo… está demonizado. Al menos si toca los poderes reales, lo económico. La homosexualidad comienza a estar medianamente tolerada, por ejemplo, porque no toca la roca dura del sistema. De ahí que, siguiendo los ejemplos, vino “la moda” de la reivindicación de género. Pero sin poner en tela de juicio eso (una de las más execrables injusticias del mundo), no tenemos que dejar pasar las injusticias estructurales: las reivindicaciones de género deben ir juntas con las étnicas y las económico-sociales. ¿Hay carros de lujo ilegítimos y los hay legítimos? ¡¡Ese es el engaño!! La riqueza de unos pocos se construye SIEMPRE sobre la explotación de una gran mayoría, no importa si hablamos de un empresario legal, de un azucarero o de un narcotraficante o un alcalde mafioso.

Las elecciones -esa rutinaria práctica que nos obligan a realizar cada cuatro años- no toca pero ni cerca estas cuestiones. ¿Qué diferencia real habrá si gobierna J. Morales, S. Torres o M. Baldizón? ¿Dejarán de tener su poder real los que compran Ferrari “legalmente”, como los grandes empresarios? ¿Dejará de manejar nuestro asuntos la Embajada con uno u otro candidato? ¿Se mejorarán los servicios públicos, nuestros ingresos, nuestra situación de “choleros”, o seguiremos siempre con más de lo mismo?

Decir esto puede hacerme ver como una anticuada de la Guerra Fría, una “radical trasnochada”. Definitivamente no. Si algo me impulsa a difundir estar reflexiones es el calor rebelde y contestatario que se abrió estos meses. Esperemos (¡¡¡¡y hagamos absolutamente todo lo que esté a nuestro alcance!!!!) para que ese espíritu de protesta no se muera y podamos transformar las vuvuzelas sabatinas en otra cosa, más radical, más profunda. O mejor dicho aún: para que podamos articular ese malestar (¿por qué un pisado va a pavonearse en un Ferrari que nos quitó de nuestros impuestos, por ejemplo? Eso molesta, por supuesto) con otros malestares que siguen estando, aunque la prensa comercial no los mencione. No olvidemos que la lucha contra las mineras, contra toda forma de explotación y contra el hambre -aunque no reciban la atención del Embajador gringo, del CACIF y de los medios comerciales de comunicación- están ahí desde siempre. La corrupción -¡¡¡CUIDADO!!!- es un efecto, sólo un efecto de un sistema de explotación que lo permite.