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Volvamos a las calles

Marcela Gereda

Durante cinco meses una fuerza social sin precedentes tomó las calles: la ciudadanía proveniente de diversos sectores se alzó a una sola voz para gritar la indignación acumulada. Una vez encarcelados Pérez Molina y Baldetti todo se volvió silencio. La plaza vacía. ¿Si no habíamos logrado cambiar las estructuras injustas del sistema entonces por qué los manifestantes volvimos tranquila y satisfechamente a nuestras casas?

Acaso uno de nuestros errores como ciudadanía es el auto-engaño, recetarnos como creencia lo que nos dicen los interesados medios de comunicación. Nos fuimos con la finta de ser “ejemplo de ciudadanía activa, participativa, para el resto del mundo” y al vernos despertar nos volvimos a dormir y volvimos a nuestras casas cumpliendo los intereses de EE. UU. Despertamos, y si, como dicen, “nos volvimos a dormir para caer en una pesadilla peor”.

Nos creímos la publicidad de “ni corrupto ni ladrón”, sin cuestionar a quienes manejan a Jimmy Morales y votamos por él. ¿Por qué negamos o no queremos ver el indiscutible vínculo entre Jimmy Morales y el ala más peligrosa de los militares?, ¿por qué nos hacemos de la vista gorda de que con Jimmy estamos ante la puerta a más minería, más hidroeléctricas y más palma africana lo cual supone e implica más conflictividad social y más desastres ambientales?

Parecemos olvidar que la razón primordial por la que salimos a las calles era la de refundar el Estado podrido y ese sistema político caduco y cooptado por los militares-narcotraficantes y la cúpula empresarial que protegió, encubrió y mantuvo en el poder hasta el último momento a Pérez Molina.

Y es que con todo y los grandes logros del movimiento social, faltan aún los retos más importantes, como es la vida digna para las grandes mayorías empobrecidas. Se nos olvida quizá que la ciudadanía puede convertirse en verdadera gestora de cambios estructurales si se parte desde una conciencia radical, crítica e informada capaz de organizarse efectiva y tácticamente.

Olvidamos también que un movimiento social capaz de transformar estructuras es exclusivamente el que es capaz de entender y analizar desde conciencias históricas, ¿cómo así que en las manifestaciones decíamos no más militares y volvimos a poner en el poder a un militar?, ¿cómo así que gritábamos “no más injusticias” y estamos permitiendo reproducir un sistema político podrido y corrupto?

Tal vez no entendimos que manifestar no se trataba de hacer molotera, sino de forjarnos una profunda conciencia crítica y radical.

Ante el contexto y panorama que las elecciones nos dibujan, está claro que los cambios estructurales que demandábamos no ocurrirán a corto plazo, que las condiciones de vida digna siguen siendo una quimera por la que debemos seguir luchando y retomando las calles.

Al menos se creó una red de comunicación ¿interclasista? que antes no existía. La interlocución que antes parecía utopía hoy se está dando. Sabremos si hubo un cambio real si el movimiento social presente en las redes sociales se convierte en el más estricto militante centinela del nuevo gobierno y que convoque a manifestar a la primera injusticia de Jimmy o Sandra.

Mañana es 20 de Octubre, otro aniversario (No. 71) de aquella revolución del Pueblo y para el Pueblo, una revolución cuyos objetivos siguen incompletos, es el recordatorio del poder colectivo que fuimos capaces de oler e intuir cuando caminamos codo a codo con indignación y rebeldía entre la sangre y tras una utopía común.

No celebramos desde la nostalgia de aquello que fue y no pudo ser. Celebramos el 20 de Octubre como una manera de recordar el pasado para dotar de sentido este presente tan único en la búsqueda de la lucha y construcción de un proyecto modernizador. Rememoramos a nuestros compatriotas que se quedaron en el camino, aquellos que le apostaron a la lucha por la dignificación de la vida, lo cual nos recuerda que hay aún tareas pendientes, que no debemos resignarnos a vivir dentro de un sistema económico monopolista donde no se practica la libre competencia.

El tiempo venidero, nuestra voluntad política y organizativa dirán si Guatemala nunca despertó y solo “cambió de pesadilla” o si las voces de la plaza son lo más real y palpable del parque que sigue escuchando un eco que reza “esto apenas empieza” y que retoma con sentido histórico de aquella Revolución de hace 71 años dibujar a este país un rostro y alma humana.

No celebramos desde la nostalgia de aquello que fue y no pudo ser. Celebramos el 20 de Octubre como una manera de recordar el pasado para dotar de sentido este presente tan único en la búsqueda de la lucha y construcción de un proyecto modernizador.

Marcela Gereda
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