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Vientos de Vacaciones Parte II

(Historias de Guatemala)

El frio de los últimos meses del año lo abrigaba el calor que se sentía al recorrer las calles de la Colonia, con sus callejones de casas iguales y legiones de patojas/os y muchachas/os que invadían las calles y las impregnaban de alegría con sus juegos, música y ocurrencias.

El paso de las colegialas que atraían las miradas de los muchachos al pasar se tomaba un receso dando paso a otros atributos que atraen las miradas cuando se cambia el uniforme por unos jeans… “Como ramilletes de flores eran las muchachas y los muchachos como luciérnagas azules en busca de la flor más bonita de donde era difícil escoger entre tanta rosa vestida de mujer en aquel inmenso jardín”. Pero como suele suceder en aquellos primeros años de adolescencia, la paciencia es algo con lo que tienen que bregar los chicos cuando ven a las chicas crecer con esa prisa que los va dejando atrás. ..

La música disco se escuchaba de casa encasa, donde algunos ensayaban los pasos que aprendían viendo en la televisión y con los que pretendían impresionar en el próximo repaso (fiesta) al que esperaban asistir el siguiente fin de semana, que solía iniciar los viernes al caer la tarde y terminar el domingo al atardecer. Todos los días era igual, por las mañanas los barones pintando la fachada de las casas o haciendo alguna reparación, las jovencitas ayudando en el que hacer de la casa o yendo al mercado, cuyo regreso se hacia una eternidad dado que siempre se encontraban con una amiga con quien platicar o algún muchacho que las pretendía. Esas idas a la tienda se constituían en citas relámpago cuya espera para los muchachos se hacia una eternidad. Por las tardes algunos de los chicos salían, como se solía decir “A aplanar las calles” con sus radios en mano escuchando música pretendiendo llamar la atención de las muchachas, otros en cambio se reunían en las esquinas de las cuadras a “chulear” (decir piropos, enamorar) a las muchachas que pasaban rumbo a la tienda. Los patojos por su parte eran mudos testigos de aquellos cortejos de enamorados.

Llegado el viernes a chicas y chicos les picaban los pies, por ir a bailar, al ritmo de la música de los Bee Gees, Tavares, Santa Esmeralda, Andy Givee, Rollins Stones, Queen, Boston y otros. En aquellos días los muchachas y muchachos recorrían las calles de La Colonia en busca de fiesta con la pregunta recurrente: ¿Mucha saben donde hay repaso hoy” y bastaba una indicación para que una sala vacía, se llenara a reventar .La creatividad de los muchachos de La Colonia no se hacía esperar, pues habían casas en las que se armaban autenticas “Discotecs “ que hasta tenia nombres como: Destroyer Disco, Estudio 54, Boston, donde a fuerza de ingenio decoraban la sala de la casa(ante la mirada inquisitiva de los papas y una que otra inconformidad), con posters fluorescentes de los grupos del momento que dibujaban a mano copiándolos con tal fidelidad de las portadas de los discos de acetato, revestían de papel celofán las bombillas desnudas, construían sus propias esferas de espejos así como sus juegos de luces multicolores , no faltaban los que construían con cartón y madera la cabina donde estaba el aparato de sonido, donde alguno de los muchachos le hacía de DJ. Los pequeños discos de acetato (discos de 45 RPM) pasaban de mano en mano, de repaso en repaso. Algunos se procuraban vestuarios a la moda, aun aquello era lo que menos importaba.

Aquellos repasos se realizaban en un ambiente sano, donde quizás lo más osado, era ver por primera vez a algunos de los amigos fumar un cigarrillo de tabaco. La música en ingles, se combinaba con música tropical para darle ese toque latino.

Para muchos de aquella generación, los llamados “Repasos” se constituyen en más que memorables recuerdos de juventud, ya que al evocarlos les vienen imágenes de aquel primer amor, que ha quedado en el tiempo y la distancia, o más aun fue en uno de aquellos repasos donde conocieron al hombre o la mujer con la que hoy comparten sus vidas.

Oxwell L’bu
Fotos: Internet