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Ventanas rotas

Danilo Santos
desantos.salazar@gmil.com

La teoría de las ventanas rotas surge del estudio realizado en los años sesenta por Philip Zambardo, psicólogo social quien abandonó vehículos sin placas y con el capó abierto en dos entornos sociales completamente distintos; uno acomodado y un barrio pobre. En los dos lugares, cuando la gente se dio cuenta que los carros estaban abandonados, empezaron a desmantelarlos.

Bien entonces, a partir de la teoría en mención, se planteó que cualquier signo de desorden social en una comunidad, incluso una simple ventana rota, estimula la aparición de hechos más graves. Es decir, pequeñas acciones desviadas pueden provocar una espiral de delincuencia y decadencia social (Felson, 1994).

La política en Guatemala parece ser el escenario de un sinfín de ventanas rotas y chatarras desguazadas, ejemplo de ello es la Comisión Pesquisidora del Congreso de la República en el caso Stalling, que empieza a dejar dudas a partir de su actuación, al parecer, consecuente con esa escalada decadente de la clase política. La propia actitud de la aún magistrada, es una pedrada más en las pocas ventanas que nos quedan y, lo peor, apunta sus tetuntes a las que se empiezan a reparar por el Ministerio Público y la Comisión contra la Impunidad en Guatemala.

Si a lo anterior le sumamos el caso del diputado Julio Juárez, quien es vinculado al asesinato de dos periodistas, y la irresponsable ligereza con que el jefe de bancada de FCN-Nación defiende lo que debió ser tratado con cautela, pues otra vez, de nueva política, nada. Más y más ventanas rotas por las pedradas de la vieja política. El contrataque con el argumento de que todo responde a presiones hacia el bloque oficialista ligadas al proceso de antejuicio de Stalling, no engaña a nadie.

En ambos casos, la Comisión Pesquisidora y el bloque oficial, deben ser sumamente cuidadosos y responsables con su actuación y comparecencias públicas. Los cinco diputados responsables de quitar o no el antejuicio a Blanca Stalling pueden acelerar el descalabro definitivo del Legislativo. Lo mismo aplica para Javier Hernández y el oficialismo. La anomia que han apadrinado alegremente, está terminando.

La indulgencia con que la ley y la propia sociedad han venido tratando a los delincuentes de cuello blanco ha alcanzado un punto sin retorno, los políticos que no sean capaces de ver esto, están condenados inexorablemente a extinguirse; sus últimos coletazos seguramente serán muy dolorosos, su naturaleza obtusa y violenta permite preverlo: pero será lo último que hagan. Y no nos han dejado otro camino. Y está bien que así sea. / Porque esta vez / las cosas / van a cambiar definitivamente. / Están cambiando. / Ya cambiaron… Es hora de la siembra. (Fragmentos “La hora de la siembra”, Manuel José Arce).

El muro de Trump nos debe preocupar, pero no distraer, ya veremos quién lo paga. Mientras tanto, con Cristo Negro o no, el muro de la impunidad que está siendo derribado en Guatemala y que fue construido groseramente con el amasijo de nuestros despojos, es el que nos debe ocupar permanentemente.

Fuente: [http://lahora.gt/ventanas-rotas/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar