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Venezuela, tercera victoria

Carlos Figueroa Ibarra

Como ya es sabido el domingo 10 de diciembre de 2017, la revolución bolivariana se anotó su tercera victoria al hilo. El que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) haya conseguido en las elecciones municipales, 300 municipalidades de las 335 en disputa es una aplastante derrota para la derecha neoliberal. La derrota neoliberal se une a la derrota sufrida en las elecciones para gobernadores realizadas el 15 de octubre del presente año, en las cuales el chavismo obtuvo 19 gubernaturas de las 23 en disputa. Ahora al duro revés en las elecciones municipales, se agrega la victoria chavista en el Estado de Zulia, cuyas elecciones para elegir gobernador hubieron de repetirse debido al resultado cerrado y cuestionado que se observó en las referidas elecciones del 15 de octubre.

La victoria chavista resulta enormemente meritoria porque se da en condiciones económicas, sociales y políticas sumamente adversas. La inflación ha sido galopante, la crisis económica evidente y el desabasto exasperante. Obtener medicinas y alimentos se ha vuelto un viacrucis para grandes sectores de la población. La derecha le apostó en los pasados meses a esta situación y al hecho de que había ganado la mayoría legislativa en las elecciones de diciembre de 2015. Con justeza, la Casa Blanca y la reacción venezolana vieron a una revolución maltrecha y se aprestaron a darle un golpe final. Las guarimbas observadas a lo largo de más de dos meses, llevando la violencia a las calles y particularmente en las municipalidades gobernadas por la derecha, reflejó una acertada combinación reaccionaria de lucha parlamentaria y lucha callejera que buscaba crear una imagen caótica de Venezuela. Calle y parlamento se combinaron con el apoyo de la derecha internacional y del imperio, quienes hicieron uso de la OEA para legitimar una intervención imperialista disfrazada de una acción multilateral.

Los acontecimientos observados a partir de la victoria chavista en las elecciones a la Asamblea Constituyente, reflejan una estrategia acertada para revertir la difícil situación política en la que se encontraba el gobierno de Nicolás Maduro. La convocatoria a las elecciones a la Asamblea Constituyente logró que el chavismo retomara la iniciativa y ocasionó la primera derrota política a la reacción. La victoria bolivariana del domingo es la tercera consecutiva y se sustenta en la inercia victoriosa que comenzó el 30 de julio. También capitaliza el desgaste reaccionario por la violencia callejera que provocó. Al no haber logrado ni la caída del gobierno de Maduro, ni la intervención extranjera para derrocarlo, el haber calentado la calle se le ha revertido a la derecha venezolana.

No puede obviarse en esta nueva victoria de la revolución bolivariana, el que se haya sustentado en la participación y la organización de masas, en la lucha desde abajo, en los consejos comunales que forman parte de la maquinaria necesaria para lograr triunfos electorales. Hay otros factores sustanciales como la adopción de medidas emergentes para hacer frente al desabasto y de manera muy significativa, la división de la misma derecha.

Esto último es normal: las victorias unifican, las derrotas dividen.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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