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Veinticinco años de rock

lucha libre

Lucía Escobar

La banda guatemalteca Bohemia Suburbana cumplió 25 años de vida y lo celebró con un gran concierto.

Tomando en cuenta las condiciones tan adversas que viven los artistas aquí, no es cualquier cosa poder dedicarse a la música durante tanto tiempo. A veces, ni siquiera es fácil hablar de arte. Siempre hay un muerto o una tragedia que cubrir, antes que un concierto de rock. La urgencia de lo inmediato; la corrupción, la desnutrición y la violencia cotidiana, a veces, no nos deja ni bailar en paz. Pero, el sábado Guatemala fue feliz, aunque sea en un pequeño espacio. Durante dos horas y media de música, regresamos a los años noventa y viajamos por el tiempo a través de la discografía de los bohemios, acompañados de queridos y admirados artistas que contribuyeron a hacer una fiesta inolvidable: Rosa Chávez, Neco, Mora, y músicos de Kinky, Plastilina Mosh y La Maldita Vecindad.

La historia de Bohemia Suburbana está ligada a toda una generación. Yo misma, los siento parte del soundtrack de mi propia vida. Mi primer trabajo en un medio de comunicación fue en Hasta Atrás, una revista dirigida por Luis Urrutia y Giacomo Buonafina con sede en Primera Generación Records, la disquera que grabó en los años noventa a gran parte del movimiento de rock de ese entonces; Bohemia, La Tona, Viernes Verde, Fábulas Áticas, Extinción. Con ellos hice mis primeras entrevistas, notas, publicaciones. Por ahí me fumé mi primer porro. Tantas primeras veces que pasaron en algún concierto en La Bodeguita del Centro, en el Teatro al Aire Libre, en las calles de Pana o en algún parqueo.

Las letras de Bohemia Suburbana reflejan bien la atmósfera de una época: Aire, me falta el aire, miedo, me sobra el miedo describe una asfixia generacional que también se siente en la película Gasolina de Julio Hernández. En el rock y el cine guatemalteco corre la misma sangre harta de callar y ansiosa de libertad. Muchos cineastas hicieron sus primeros tanes audiovisuales haciendo videoclips para grupos de rock. Y esa energía musical se expandió con fuerza hacia todas las artes. Somos una generación que aprendió a hacer las cosas por sí solos. Cuando nosotros salimos del cascarón aquí no quedaba casi nada. La represión a la inteligencia y a la creatividad había dejado un país aterrorizado. No me dejan hablar, ellos me quieren callar. Gritar, bailar, expresarse, no era un derecho. Recuerdo cuando recolectamos firmas para apoyar la Libertad de Expresión en Guatemala, eso fue en un mítico concierto en la desaparecida Plaza de Toros, a mediados de los años noventa.

Hoy, décadas después con la garganta cansada pero necia, (como él mismo se describe) Giovanni, siendo hijo de un militar, irónicamente ha logrado reparar parte del tejido social en Guatemala, más que cualquier político o plan de gobierno. El rock de Bohemia Suburbana nos ha hecho bailar abrazados, nos ha juntado en un espacio atemporal, nos ha conmovido y nos ha invitado, a través de una poesía bien simple pero directa, a que construyamos una paz social, más verdadera que cualquier firma.

@liberalucha

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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