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Danilo Santos

Citar el texto Constitucional para presentar una propuesta a favor de las iglesias evangélicas y que así se puedan celebrar reuniones en sus recintos, no es más que una muestra de la barbarie que vivimos en el país reflejada ésta en la alianza entre un grupo de diputados y los mercaderes de la fe. Cierto es que en Guatemala existe libertad de culto, y cada uno puede comunicarse con su Dios desde casa, pero eso de querer abrir iglesias es un despropósito aberrante. Para disminuir la violencia intrafamiliar arguyen, qué cínicos. No cabe duda de que el voto pasó de militante a religioso y en medio de una crisis sanitaria los políticos pagan deudas de campaña o simplemente demuestran que llegaron a legislar no con sapiencia sino con embrutecido dogma. Así las cosas, cuando quienes se abalancen a dar su diezmo (que pareciera ser el fondo del asunto) y entren en trance espiritual, y se quiten la mascarilla y griten sus verdades absolutas en los rostros del rebaño, entonces sí que se acordarán de Dios mientras reclaman al Estado que les salve la vida.

Todo esto sucede en medio del reclamo de supuestas organizaciones de sociedad civil que exigen la destitución del Procurador de Derechos Humanos por ser pro aborto según ellas, todo por un más que necesario manual de educación sexual; y por otro lado, por figurar la bandera LGBTI en el logo de la PDH en algún momento.

La verdad es que la mezquindad de esta gente no tiene límites. El momento que atraviesa no el país sino la humanidad se presta para como dijo el filoso lituano Emmanuel Lévinas “ama(r) a tu prójimo porque él es tú mismo” y no para estar jodiendo olvidándose de los demás y haciendo berrinches insensatos.

El promedio de casos diarios supera los 800 positivos, con aperturas como la que plantean las iglesias evangélicas y parte del empresariado y con un sistema público de salud colapsado, los resultados son lamentablemente previsibles.

Si a esto le sumamos la desafortunada frase del Presidente “…o se contagian o se salvan”, que es algo así como o se mueren o se salvan, pues no hay mayor cosa que hacer más que entregarse a la barbarie de las ideas dominantes. Ojalá y la población se dé cuenta la estima en nos tienen los “dueños morales” del país, que se dé cuenta que importan más los centavos que las vidas, que no les importan los muertos que ya suman 1,139. A esta clase política y económica no les importamos, y a las iglesias evangélicas menos.

Esta simbiosis entre religión y política no nos ha traído nada bueno y en los tiempos que corren solo amenazan conque nos vaya peor si no le ponemos un alto. El Estado es Laico. La educación sexual es una necesidad que no admite la doble moral. El aborto es un derecho de las mujeres y no debe ser utilizado políticamente por los hipócritas.

En Guatemala mientras unos, muchos, están en la pena, otros andan en plena pepena.

Si a esto le sumamos la desafortunada frase del Presidente “…o se contagian o se salvan”, que es algo así como o se mueren o se salvan, pues no hay mayor cosa que hacer más que entregarse a la barbarie de las ideas dominantes.

Fuente[https://lahora.gt/unos-en-la-pena-y-otros-en-la-pepena-2/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Danilo Santos Salazar