Un viajero con asma
Mario Roberto Morales.
A mi responsable, “Efraín”, caído en combate el 12 de enero de 1984.
El 24 de diciembre de 1953 (pasado mañana hará 60 años y un mes), tres amigos argentinos –Domingo Beberaggi, Gualo García y Ernesto Guevara– llegaron a la Ciudad de Guatemala en un auto viejo, procedentes de Honduras. Gualo y Ernesto buscaron a sus amigos Óscar Valdovinos y Luzmilla Oller y pasaron la Navidad en casa de un amigo de éstos, el hondureño Juan Rothe, casado con una argentina. Debido a haber fumado y bebido en exceso esa noche, al día siguiente Ernesto –de 25 años– fue víctima de un severo ataque de asma.
Así empezó la experiencia guatemalteca del joven médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, según consta en su diario Otra vez y en el libro de quien fuera su primera esposa, la peruana Hilda Gadea, titulado Che Guevara: los años decisivos. Fue básicamente a partir de estos dos libros y del intercambio informal con guatemaltecos que conocieron a Ernesto –en especial con una guatemalteca cuyo nombre me reservo por ahora– que resumí la estancia en Guatemala de este joven médico, a quien aquí le tocó enamorarse de la que sería su primera esposa, presenciar la reforma agraria y trabajar como médico voluntario en el Hospital San Juan de Dios, así como asistir al derrocamiento del Presidente Arbenz y a la infructuosa espera de las prometidas armas para defender la Revolución que jóvenes como Otto René Castillo y él mismo padecieron en vano, pues aquéllas nunca llegaron debido a la traición a Arbenz de algunos oficiales del Ejército. También, asilarse en la Embajada de Argentina y salir subrepticiamente de ella por las noches para rescatar gente y asilarla, y para buscar a su novia Hilda, de quien se vio separado cuando ambos fueron capturados en distintos puntos de la ciudad.
Aquéllas fueron las fuentes que usé el año pasado para hacer un guión literario titulado “Los días anteriores de un viajero con asma” (©2013), que recoge la experiencia guatemalteca de Ernesto entre el 24 de diciembre de 1953 y más o menos el 16 de septiembre de 1954, cuando abordó un tren que lo llevó a México. Mi intención al escribir esta historia dialogada, respetando la versión de las fuentes y los datos históricos disponibles, fue la de que sirva de base para un guion técnico que a su vez se utilice para rodar un filme sobre la experiencia que convirtió a Ernesto Guevara en el Che. Porque si Ernesto nació en Argentina, el Che nació en Guatemala, no sólo como apodo, sino sobre todo como el pensador y el guerrero que sería cuando, llegado a México, conoce a Raúl y a Fidel y se embarca con ellos en el Granma rumbo a Cuba. Lo demás, como suele decirse, ya es historia. Pero los días preparatorios de esa historia ocurrieron en Guatemala y falta contarlos al gran público. Son el eslabón perdido entre los Diarios de motocicleta y la gesta guerrillera cubana que todos conocemos.
Este año se cumplirán 60 años del truncamiento del proceso de modernización política y económica emprendido en Guatemala en 1944. Son seis décadas de frustración, desempleo, pobreza y terror oligárquico-militar. Ernesto se daba cuenta entonces de lo que sería de Guatemala si caía Arbenz. Por eso, jamás la olvidó cuando ya era el comandante guerrillero que sigue representando las más altas aspiraciones de cualquier juventud crítica y dispuesta, como él, a “arriesgar el pellejo para demostrar sus verdades”. Hay que conmemorar críticamente estas seis décadas de lucha.
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