Que no te hable no significa que no te piense;
que no te vea, no significa que te he olvidado.
Me pregunto qué tal pasaste el día,
y al mismo tiempo que feliz te lo deseo,
también quisiera que extrañaras mi sonrisa
y el amor que encontrabas en mis ojos.
Que yo me ría no significa que la espina ha caído
de ese lugar del corazón en donde incrustada la dejaste,
sino que, como en el ostión,
el grano es recubierto por el nácar para proteger la herida,
la sangre coagulada me protege de la espina.
Que hoy escriba no significa que te pida esas migajas
de falso amor que me solías prodigar sólo
para obtener lo que realmente te importaba.
Que no te busque no significa que no me hagas falta
como la droga que provoca una adicción;
y por momentos temo que me venza la tentación para tomar el celular.
Que no lo haga no significa que no anhele
poder tu voz nuevamente escuchar,
mas, si lo hiciera solamente lograría
tu egocentrismo, sin remedio, alimentar.
Gracias a Dios es cada día menos
que siento esta desesperación;
las adicciones solamente son curadas
aplicando toda fuerza al corazón.
No pretendo en un instante olvidarte;
es mucho tiempo de vivir la enfermedad;
y para mientras, me conformo en repetirme:
«Es solamente un paso; es solamente un paso a la vez».
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