Un partido de clase media
Mario Roberto Morales
Esta es la solución para la inseguridad. No el Estado de sitio kaibil.
Mejor distribución de la riqueza quiere decir más amplia participación en su producción. Lo que a su vez significa que mientras más grande sea la base de la pequeña propiedad agrícola y de la pequeña y mediana empresa, habrá más empresarios prósperos y por lo tanto más gente asalariada con empleo estable. Mejor distribución de la riqueza no quiere decir quitarle a quienes han acumulado para darle a quienes no lo han hecho.
Con este estúpido “razonamiento” la extrema derecha asusta al pequeño y mediano empresariado para que éste adhiera a su ideología anticomunista, la cual le echa la culpa de los males que causa su economía oligárquica y monopolista a un “comunismo” que no existe sino en el imaginario fascista de quienes necesitan inventar un “enemigo interno” al cual culpar de la desastrosa condición de un país que sobrevive gracias a las remesas de sus “ilegales” y a la inyección de narcodinero en las venas del sistema bancario: un sistema cuyas elevadas tasas de interés imposibilitan precisamente la solución al problema de la pobreza y la miseria, a saber: la expansión de la pequeña y mediana empresa; es decir, el funcionamiento efectivo de la igualdad de oportunidades, la libre competencia y el control de monopolios, como reza el ideario liberal. A todo lo cual también se le llama libertad económica. Y, como vemos, el gran obstáculo para la misma es el monopolismo oligárquico, pues éste basa su prosperidad en la quiebra inducida de la pequeña y mediana empresa y en la asfixia de sus emprendedores mediante la competencia desleal y los intereses leoninos de su banca agiotista.
¿Cómo gobernar un país en el que su clase dominante niega la libertad económica? Pues mediante gobiernos militares o militarizados que, al tiempo que imponen un Estado de sitio no declarado sacando al ejército a las calles bajo el pretexto de contribuir a la seguridad ciudadana, usan al Estado para enriquecer a sus allegados prostituyendo desde el Ejecutivo a los poderes Legislativo y Judicial. La vieja fórmula de siempre: una clase dominante que se niega a ser clase dirigente encabezando un proceso de modernización del capitalismo, y una casta militar de ocupación interna actuando como perro de presa de un amo tan “blanco” como ignorante.
Ante este estado de cosas, es preciso que los pequeños y medianos empresarios superen ya la ideología oligárquica que abrazan porque no es una ideología acorde con sus intereses ni con sus planes de prosperidad personal y grupal. Si los pequeños y medianos empresarios adoptan una ideología de clase media que se proponga ampliar la base productiva para así distribuir mejor la producción de riqueza, de seguro sus empleados los apoyarán en un proyecto político de clase media que se proponga democratizar la base económica para poder democratizar el Estado y así limpiarlo de la torva ralea de mercaderes que navegan con bandera de políticos.
Para el efecto, es necesario impulsar alianzas amplias en las que quepan todos los que quieren progresar por la vía de un capitalismo ampliado a los pequeños y medianos empresarios y propietarios agrícolas sin excepción, fundando un partido de capas medias que busque hacer de esta clase el conglomerado mayoritario de un país con una minoría pobre y otra minoría rica. Esta es la garantía de la estabilidad y la solución al problema de la inseguridad. No el Estado de sitio kaibil.
¿Cómo gobernar un país en el que su clase dominante niega la libertad económica? Pues mediante gobiernos militares o militarizados que, al tiempo que imponen un Estado de sitio no declarado sacando al ejército a las calles bajo el pretexto de contribuir a la seguridad ciudadana, usan al Estado para enriquecer a sus allegados prostituyendo desde el Ejecutivo a los poderes Legislativo y Judicial.
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