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Un “jaque” valiente contra la impunidad

Con el estupor causado por las cosas difíciles de creer, así se recibió la noticia sobre los allanamientos y órdenes de captura solicitadas por el Ministerio Público y autorizadas ayer por el Juzgado de Mayor Riesgo A, las cuales, al final del día, llevaron a la detención de 18 ex altos jefes del Ejército de Guatemala. Algo inédito.

Sin duda alguna, estamos ante la más audaz y más valiente jugada de jaque contra la impunidad, de que se tenga memoria en la historia del ajedrez de la justicia guatemalteca.

En el listado de los detenidos aparecen los nombres de personajes otrora muy poderosos, verdaderos intocables, algunos de ellos con biografías que harían palidecer a los más temibles hombres de horca y cuchillo que pueblan la historia y la literatura universales.

Un mazazo de esta contundencia contra la impunidad del pasado, solo puede explicarse a partir de los dramáticos cambios ocurridos en Guatemala en la persecución penal, en el marco de la lucha contra la impunidad del presente.
Esta última, se sabe, tiene como protagonistas principales a la Cicig y al MP, instituciones cuya acción decidida desde abril de 2015 les llevó a recibir el más amplio respaldo social.

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Es, precisamente, sobre la base de ese mayoritario apoyo ciudadano que hoy estamos en presencia de una “revolución de las fiscales”, equiparable a la italiana “revolución de los jueces”, de los años noventa del siglo pasado.

¿Hasta dónde llegará esta “revolución de las fiscales”? Es difícil saberlo, pero es claro que el impulso dado a la justicia transicional por la ex fiscal Claudia Paz y Paz, proseguido ahora con no menor valentía por Thelma Aldana, es congruente con la demanda social de poner fin a toda impunidad, tanto la del presente como la del pasado.

Tampoco escapan al análisis las repercusiones políticas de este nuevo capítulo de la justicia guatemalteca: si el juicio por genocidio seguido contra el general Efraín Ríos Montt agitó profundamente las aguas de la polarización, y despertó a los dinosaurios anclados en la mentalidad de la guerra fría, no cabe esperar una reacción apacible desde ese campo.
Por fortuna, la sociedad guatemalteca parece haber madurado en medio de las luchas contra la impunidad y por la justicia desarrolladas en 2015, como para que resulte presa fácil de coletazos y pataleos, que deberían, también, encontrar cerradas las puertas de los cuarteles y a los militares de alta fieles a su mandato constitucional. Esta no es una acción contra la institución armada, sino contra quienes son acusados de llevarla a trasponer claros límites de respeto a la vida humana.

Nadie ha sido enjuiciado aún, ni sentenciado: lo que Guatemala demanda es que se responda por crímenes de lesa humanidad, pues, repetimos, no se puede poner fin a la impunidad actual, si persiste la del pasado. Ni puede haber auténtica reconciliación, si se niega la justicia a las víctimas de esta tragedia nacional.

Fuente: [http://www.s21.com.gt/editorial/2016/01/07/ujaque-valiente-contra-impunidad]