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Un intelectual ejemplar

Mario Roberto Morales

En el Centenario del nacimiento de Manuel Galich.

Si el derrocamiento de la Revolución de Octubre no hubiese sido implorado a la CIA por oligarcas incultos y militares traidores, el proceso de modernización económica –mediante una gran base de pequeña propiedad agrícola que constituiría el cimiento de la industrialización nacional– nos tendría viviendo una realidad en la que el empleo, el salario y el consumo sería lo normal, y el impacto de la globalización neoliberal habría sido mucho menor, pues no habría habido conflicto armado interno sino un dinámico proceso de crecimiento capitalista no atado a la feudalidad oligárquica, que es el lastre que nos hunde en la miseria y que impide que se consolide un Estado democrático con ciudadanos educados devengando ingresos decorosos.

Por ello, la Revolución de Octubre es nuestro referente histórico y cultural en cuanto a lo que debemos hacer con nuestro país en este callejón sin salida al que nos ha llevado la “gloriosa victoria” que la derecha oligárquico-neoliberal obtuvo en 1996. No para repetir lo que la Revolución quiso hacer, sino para adaptar su ideario económico, político y cultural a las condiciones actuales, en las que se necesita ampliar el capitalismo promoviendo la pequeña y mediana empresa, a fin de que haya más empresarios y más asalariados para que así se ensanchen las capas medias. El “comunismo” es el petate de muerto que agita el descerebrado fascismo local, conformado por oligarcas y militares trasnochados, así como por neoliberales que no superan la educación de pregrado universitario u ostentan posgrados de universidades de garaje.

Entre los intelectuales orgánicos de la Revolución de Octubre se cuenta a Juan José Arévalo, Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, Alfonso Bauer Paiz, Mario Monteforte Toledo y Manuel Galich, cuya obra debe ser conocida por las juventudes que no asumen el hedonismo consumista como sinónimo de libertad individual. Entre estos intelectuales orgánicos, hay tres que merecen mención aparte por su coherencia ética y moral hasta la muerte: Cardoza, Bauer Paiz y Galich, cuyo centenario de nacimiento está siendo conmemorado esta semana por la Escuela de Ciencia Política de la USAC con varios actos académicos.

Galich hizo de Cuba su hogar y de la Casa de las Américas y la Universidad de La Habana su ámbito de trabajo intelectual. En Cuba es reconocido como fundador del Departamento de Teatro de la Casa de las Américas y de su revista Conjunto. Y en la Universidad de La Habana se le honra como el gran profesor de Historia de América Latina que fue, mediante la Cátedra que lleva su nombre.

Por estas razones –y en el marco de la celebración de sus 40 años de existencia–, la Escuela de Ciencia Política de la USAC ha organizado el foro “Manuel Galich: su aporte intelectual y artístico a Cuba y a Guatemala”, en el que intervendrán como panelistas Lilliam de la Fuente, investigadora del Departamento de Teatro de la Casa de las Américas, Dagoberto Rodríguez, Vicepresidente de la Cátedra Manuel Galich, de la Universidad de La Habana, una hija del homenajeado, Eva Galich y quien esto escribe. El foro será moderado por Marcio Palacios y se realizará en el MUSAC, hoy, miércoles 30 de octubre, a las 18:00 horas. La entrada es libre, como debe ser, tratándose de un acto en el que se conmemora la vigencia de una revolución y la de la obra de uno de sus más brillantes intelectuales orgánicos.

Entre estos intelectuales orgánicos, hay tres que merecen mención aparte por su coherencia ética y moral hasta la muerte: Cardoza, Bauer Paiz y Galich, cuyo centenario de nacimiento está siendo conmemorado esta semana por la Escuela de Ciencia Política de la USAC…

Mario Roberto Morales
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