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Tutela espuria

Haroldo Shetemul

CUANDO COMENZÓ la actual crisis, la embajada de EE. UU. y el Cacif acuerpaban las demandas de la ciudadanía en contra de la corrupción y fueron clave en lograr la salida de Roxana Baldetti de la Vicepresidencia. Sin embargo, ahora la correlación de fuerzas se modificó. Washington y la cúpula empresarial se sienten cómodos con un Pérez Molina desprestigiado y erosionado y escamotean el justo reclamo de la ciudadanía porque renuncie ese presidente culpable de que las mafias saquearan las arcas nacionales. La embajada de EE. UU. y el Cacif se han convertido en el verdadero poder tras el trono de un presidente débil al que pueden manejar como marioneta. Digámoslo como corresponde: Pérez Molina es su prisionero porque saben su nivel de responsabilidad en la corrupción, y a cambio de que no lo entreguen a la justicia él hará lo que ellos digan.

LOS INTERESES DE AMBOS poderes fácticos van en dirección contraria a los de la ciudadanía. No se puede negar el interés de Washington en coadyuvar en la batalla contra la corrupción, pero su objetivo principal es la lucha contra el narcotráfico. Por eso ejerció presión para que saliera Mauricio López Bonilla y que como ministra de Gobernación llegara Eunice Mendizábal, viceministra encargada de combatir el narcotráfico. Es previsible que la seguridad ciudadana se resienta porque la lucha contra la delincuencia que azota a la población no está entre las prioridades de Mendizábal, ya que ella se especializa en seguir las directrices antidrogas del imperio. En el caso del Cacif, su prioridad es evitar una mayor desestabilización que pueda afectar el mercado y lograr que Pérez Molina acceda a sus demandas gremiales.

TANTO WASHINGTON COMO la cúpula empresarial temen que el Estado se les salga de control, por el avance de las exigencias ciudadanas de una depuración completa del sistema corrupto. A sabiendas de que mantienen a un fantoche como presidente, ambos poderes prefieren eso a abrir las válvulas a la primavera democrática guatemalteca. Ambos estarían dispuestos incluso a aceptar como compañero de viaje a Manuel Baldizón, si eventualmente gana las elecciones, porque ya lo midieron y creen poder controlarlo como lo han hecho con Pérez Molina.

LA CIUDADANÍA NO HA SALIDO a las calles a expresar su aspiración a un cambio profundo del sistema político para que EE. UU. y el Cacif impongan su tutela. Los guatemaltecos queremos la renuncia de Pérez Molina y estamos hartos de la clase política incrustada en el Congreso y que participa en el proceso electoral porque representa lo mismo. El PP y Líder son ejemplo de esa partidocracia corrupta que negoció la Corte Suprema de Justicia y la Contraloría General para garantizar sus intereses espurios. Eso es lo que queremos cambiar y ahora la embajada de EE. UU. y el Cacif son el principal escollo para una transformación de Guatemala. Lo mejor que pueden hacer es adherirse a las justas demandas de los guatemaltecos a una democracia plena.

La embajada de EE. UU. y el Cacif se han convertido en el verdadero poder tras el trono de un presidente débil al que pueden manejar como marioneta. Digámoslo como corresponde: Pérez Molina es su prisionero porque saben su nivel de responsabilidad en la corrupción, y a cambio de que no lo entreguen a la justicia él hará lo que ellos digan.

@hshetemul

Fuente: [http://www.prensalibre.com/opinion/tutela-espuria]