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Tu voz, tu maravillosa voz

Ilka Oliva Corado

Soñé con vos, bueno, en realidad  fue un medio sueño. Podría decir que un cuarto de sueño a lo  mejor. Un sueño al pedalazo. Uno de esos sueños como cuando uno zampa la carrera persiguiendo un autobús. De esos sueños urgentes, como cuando jugamos un, dos ,tres chiviricuarta por mí y  por mis amigos. O electri, cuando alguien está a punto de tocarnos y dejarnos electrizados sin movilidad, ¡pum!, mejor aún cuando alguien está a punto de salvarnos y podemos correr de nuevo, ¡pum!

Un sueño efímero,  como un suspiro, un sueño de esos  que duran unos cuántos segundos, difusos,  antes del amanecer. Un sueño de un pestañeo a media tarde en el trabajo en reunión de planificación de inicio de mes. Algo así, un sueño de la última y nos vamos.

Fue así: llegó un correo a mi bandeja de entrada, que revisé desde el celular, el correo lo enviabas vos con dos audios, uno de estos se titulaba Sé feliz, el otro no lo recuerdo. Eran dos audios con tu voz, con tu maravillosa voz. Guárdalos, habías escrito. Tomé el celular, descargué el audio de título Sé feliz y comenzó a sonar una musiquita suave, lejana y de pronto apareció tu voz, tu preciosa voz. Sé feliz, dijiste, sé feliz. Y te escuché, como libélula embelesada con el agua fresca de la quebrada a mediados de julio.

Te escuché emocionada como cuando comienzan a florecer los cerezos en abril. Un sosiego de atardecer de otoño se plasmó como   como una pintura abstracta cuando escuché tu voz. “Sé feliz”, y suspiré aliviada, con un aleteo de ronrón en medio del pecho. Tu voz con tanta ternura y tanta serenidad que me enrollé en tus brazos como ardilla recién nacida entre las hojas de las ramas tiernas de los árboles  de finales de verano.

Desperté, con una sensación extraña, una sensación de aire de campo de lavandas recién florecido. Con la sensación de la libertad de las mariposas cuando vuelan libres en el horizonte.  Abrí los ojos y faltaba un minuto para que sonara la alarma del reloj justo  a las 5:30 de la mañana. Sonreí, con todo y  la baba seca en la comisura de los labios, con el colochero despeinado, con el protector dental  entre los dientes, más masticado que ropa ajada; abracé la almohada y esperé ese minuto en la tibieza de las sábanas, antes de empezar el nuevo día que alegraste con tu voz, tu maravillosa voz.  Qué lindo es soñarte, pero es más hermoso aún quererte.

11 de septiembre de 2018.

Fuente: [https://cronicasdeunainquilina.com]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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