Postal desde Costa Rica sobre lo que hay que hacer para recobrar nuestra viabilidad como país.
Un país viable con un Estado funcional basa su economía en la producción. Si la economía de un país se basa en las remesas que envían sus emigrantes y en los narcodólares que lava su sistema bancario, su viabilidad política es prácticamente inexistente, pues ¿qué soberanía y qué independencia puede tener un Estado que representa a una clase dominante improductiva y a un sistema financiero delincuencial, cuyo producto directo es una clase media depauperada y una pobrería mayoritaria sin educación ni oportunidades de empleo? Esta es la Guatemala que nos heredó la oligarquía que ganó el conflicto armado interno cuando firmó la paz por medio del gobierno de Arzú.
Tal paz implicó la entrada sin cortapisas del capital corporativo transnacional, con la consecuente desnacionalización de varios rubros económicos. También el ingreso indiscriminado de la cooperación internacional como sustituta del Estado en tareas como la de la planificación y el impulso del desarrollo social, y como suplente de la sociedad civil en las tareas de fiscalización cívica del Estado, todo lo cual la convirtió en el factor clave de la injerencia foránea en nuestros asuntos internos. Tanto el arribo de los capitales corporativos transnacionales como el de la cooperación internacional en la escala descrita, implicaron un debilitamiento considerable del Estado, el cual quedó así “preparado” para recibir el golpe de la ola privatizadora fraudulenta que dio cuenta de la telefonía y de otras empresas públicas, dejando lo estatal a merced del empresariado oligárquico.
Estas medidas del recetario neoliberal han dado como resultado la “Guatemala de la paz” que todos padecemos desde 1996, gracias a Arzú y a sus asesores, quienes, además, pactaron con los militares que no querían la paz (porque les convenía el negocio de la guerra) y también con los que no querían la guerra (porque les convenía el negocio de la paz), dejándoles el campo libre para expandir la delincuencia organizada en sus diversas formas de existencia, entre las cuales destacan La Cofradía y El Sindicato. Así se explica que la “Guatemala de la paz” sea mil veces más violenta que la del conflicto armado. Y que este sea el camino que Arzú nos invita a retomar.
El primer paso para recuperar la viabilidad del país consiste en fortalecer al Estado devolviéndole sus funciones sociales, parando así en seco el avance de la iniciativa privada neoliberal como fuerza usurpadora de las mismas, las cuales se hacen hoy más urgentes que nunca, sobre todo ante la crisis económica mundial, causada directa e inequívocamente por el fallido recetario neoliberal. El segundo paso es el de diseñar un plan de desarrollo económico a corto, mediano y largo plazo, en el que se involucren todas las clases sociales (la oligarquía también, pero como una clase más), tanto en el plano de las tareas y obligaciones como en el de los beneficios a obtener. El tercer paso consiste en dotar al Estado de una institucionalidad funcional que le permita garantizar la igualdad de oportunidades, la libre competencia y la igualdad ante la ley, prohibiendo las prácticas monopólicas y superando la corrupción pública y la ineficiencia de su funcionariado en la tarea estratégica de impulsar la pequeña y mediana empresa y la pequeña propiedad agrícola como base de un capitalismo moderno.
Estos pasos debe darlos simultáneamente la dirigencia política que por fuerza habrá de apoyarse en el pueblo para neutralizar a la oposición reaccionaria de una vez y para siempre.
Heredia (Costa Rica), 10 de abril del 2011.
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