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Aquel que un día tuvo los ojos color verde esmeralda como sus montanas valles y praderas, el que olía a tierra mojada y disfrutaba de las cascadas sempiternas y de los ríos de aguas cristalinas.

Hoy no es mas que un ser de ojos color negro por el humo de la gran ciudad.

Su andar ya no es el mismo, como cuando con pasitos presurosos se devoraba los caminos y las veredas, que serpenteaban hasta llegar a su rancho.

¿Dónde quedó todo eso?

Él lo sabia y lo guardaba, sin lamento y sin rencor.

La guerra lo había desplazo de aquella belleza natural, y de su familia.

Huyo de aquel infierno de destrucción…

La ciudad de las oportunidades como se le conocía al imperio del norte, lo recibió como uno mas de los millones que llegaban día a día huyendo de diversas causas, la pobreza una de ellas…

Y allí estaba sufriendo su desventura…

Lo vi un día caminando por un freeway, con la cabeza agachada, sumiso, sin rumbo fijo, ya nada le importaba ni la grandeza de su raza, menos su pueblo.

Ahora lucia sus tenis Niké, su playera de I Love NY y su gorra de los Yankees.

Pero muy en el fondo extrañaba sus caites y su sombrero.

Autor: Otto Fernández

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