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Todos tus muertos

Javier Payeras

En dos horas hablamos de todo. Me contaste que tenías resaca, que habías tomado mucha cerveza la noche anterior, y yo remedé aquella cita que le refieren a Miguel Ángel Asturias: En Guatemala sólo borracho se puede vivir. Me comentaste que te cuesta mucho levantarte cada mañana, que no tenés un trabajo estable, que vas dejando currículums de un lado a otro y que preferís andar kilómetros a pie, antes que subirte en una camioneta para que te maten. Luego pasamos a la desagradable necesidad de opinar acerca de las elecciones, aquí, en este país donde los partidos y sus representantes tienen una moral similar a la de un violador de niños. Nuestras conversaciones que antes eran agradables, ahora parecen sombrías. Salió el tema del artista de Caja Lúdica que asesinaron la semana pasada, guardamos un silencio incómodo, apreciábamos al chico y maldijimos a sus asesinos, los asesinos de nuestro ánimo y de nuestras esperanzas. Me comentaste que estabas preocupado porque tu novia estaba embarazada y que te sentías cruel e irresponsable por traer un niño para vivir en medio de esta situación tan podrida, de horizontes tan lejanos, en este país donde oponerse al facismo es ganarse una bala nueve milímetros en medio de la cabeza.

En dos horas conversamos acerca de todos nuestro muertos y de lo difícil que ha sido enterrarlos. Ya no queda tiempo para el duelo o el espanto, ya nada nos sorprende. Nuestras pláticas de viejos amigos ahora se reducen a eso, a mascar la amargura y el desaliento de todos. De pronto se oscurece la tarde en las calles del Centro, vos agarrás por tu camino y yo me vuelvo a mi casa, en silencio, disimulando que no me siento triste.

Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Javier Payeras
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