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Carlos Figueroa Ibarra

En las marchas en las que participé en México apoyando a los zapatistas recuerdo haber coreado junto a miles de manifestantes “¡Todos somos Marcos!”. Posteriormente, a lo largo de muchas manifestaciones hechas en apoyo a Andrés Manuel López Obrador grité también junto a miles de manifestantes “¡Todos somos AMLO!”, además del recurrente “¡No estás sólo!”. Es en ese espíritu de las manifestaciones callejeras pacíficas,  que hoy título esta colaboración de la manera en la que lo hago. Desde hace muchos años me he declarado simpatizante y apoyador del movimiento por la diversidad sexual. Como Secretario estatal de Derechos Humanos de Morena en Puebla y luego como Secretario Nacional de Derechos Humanos del mismo partido, cada vez que he tenido oportunidad he apoyado a este movimiento porque estoy absolutamente convencido que forma parte junto al movimiento feminista, movimiento animalista y el de los derechos de la niñez, un esfuerzo loable por  humanizar a la humanidad. La humanidad será mejor, entre otros hechos, cuando se rompa la opresión masculina, se respete a la diversidad sexual, la niñez sea protegida y los animales respetados.

El sábado 20 de julio de 2019 se celebró la ciudad de Guatemala lo que tengo entendido es la XIX marcha del orgullo LGBTIQ. Lesbianas, gays, bisexuales, hombres y mujeres trans marcharon por las calles de la ciudad hasta llegar al centro histórico y a la Plaza de la Constitución. Se recordó a María Conchita una sexoservidora trans que luchó por el entendimiento entre gays y lesbianas y quien fuera asesinada en 1997. Durante la manifestación,   de acuerdo a las notas de prensa, se hicieron representaciones teatrales y otras expresiones artísticas y se levantaron las demandas de respeto, igualdad, derecho a la familia, a la identidad de género, cobertura de gastos por enfermedades. Se estrenó el conmovedor documental “Raíces: Historia del movimiento LGBTIQ en Guatemala” que reseña el nacimiento y desenvolvimiento del movimiento por la diversidad sexual en el país.

La celebración exitosa de la marcha fue manchada por la homofobia convertida en política gubernamental por el gobierno de Jimmy Morales. En la noche de ese sábado varios integrantes de la comunidad LGBTIQ se encontraban celebrando en el local de la “Asociación Gente Positiva” una de las organizaciones que componen a dicho movimiento. Un contingente de la Policía Nacional Civil irrumpió en la celebración profiriendo insultos homofóbicos en la celebración, lanzó gas pimienta y a gritos preguntó por el diputado electo Aldo Ávila, quién sucederá en enero próximo a la diputada Sandra Morán como una persona representativa de la comunidad LGBTIQ. El ataque fue repetido en otros centros de socialización gay y lésbica y revela que fue un operativo de estado del cual no puede estar desligado el gobierno y particularmente el Ministerio de Gobernación.

Vivimos hoy en diversas partes del mundo el surgimiento de una derecha neofascista la cual agrega a su anticomunismo, un espíritu racista y clasista, el odio hacia la comunidad que tiene una identidad sexual y de género diferente. Lo sucedido retrata una vez más al actual gobierno guatemalteco.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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