Tiranos en suelo sagrado
lucha libre
Lucía Escobar
@liberalucha
¡Vaya trampa que es la patria! se siente más como un nudo en la garganta que como un orgullo en el corazón. Sobre todo últimamente cuando nos quieren vender la pertenencia a una especie de pandilla que ama incondicionalmente a Guate y que no la critica: la mara chapina. Pero resulta que no todos nos sentimos “chapines”. La identidad de los guatemaltecos es un arcoiris difícil de entender para el capitalino medio, conservador, moderado, atrapado en sus privilegios. Y es que Guatemala es un mosaico hiper complejo en una geografía hermosa y ruda. La Guate profunda, la del “interior“, esa que tratamos de ocultar de los inversionistas extranjeros, es también morena y rebelde, resentida y resistente, contestona y brincona, es la que exige que se le consulte sobre su territorio, la que se sabe dueña de su cuerpo y de lo que crece o anida dentro de ella.
Guate es el país de las muchas caras; contradictoria, extrema, desigual. Aquí caben los volcanes más intensos al lado de mares nada pacíficos.
Aunque muchos no quisieran saberlo, esta Guatemala también es negra, xinca, lesbiana, gay y transexual. Y aquí mismo convive al lado de la otra: la que defiende al feto con la misma intensidad con que exige la pena de muerte para el vivo. Y así todos compartimos territorio, y tenemos que aprender a vivir en paz aquí.
Ser parte de un país, no nos hace perfectos ni santos. Cuidémonos de aquellos que apelan a falsos patriotismos que alimentan la xenofobia: ese odio al otro por el único y exclusivo motivo de haber nacido con otro pasaporte. Quieren que odiemos a quien nos muestra nuestra mierda y que perdonemos a la mierda solo por ser nacional.
Y mientras nos enfocamos en culpar al comisionado, las alarmas a nuestra democracia suenan y suenan fuerte. Estamos viendo a los diputados tratando de reprimir la libertad de expresión, restringiendo el acceso a la información pública, criminalizando a los defensores de derechos humanos, blindando al político de turno y a los mafiosos, amenazando a los jueces y magistrados que se atreven a hacer su trabajo bien. Jimmy y su nefasto gabinete están llegando al extremo de romper las leyes internacionales y la Constitución para salvar su pellejo. Están dispuestos a llevar a un país entero al caos por mantenerse en la silla y no dejarse investigar. La corrupción, el autoritarismo, la represión son características humanas, ajenas a las ideologías políticas. Hay ladrones, cínicos y déspotas en todos lados. Es ridículo defender a nuestros ladrones nacionales porque no queremos que los atrapen comisionados extranjeros. Iván Velásquez, la ONU, y los derechos humanos no son la invasión extranjera que debe preocuparnos. La gruesa, la que destruye silenciosamente, es aquella que se disfraza de inversión y de fuente de trabajo, pero que corrompe, compra alcaldes, jueces, voluntades, divide pueblos y familias enteras, manipula datos y cifras, se salta procedimientos.
Esa que como la Minera San Rafael extrae los tesoros de la tierra sin tomar en cuenta la opinión de sus legítimos dueños, discriminando e invisibilizando a los pueblos indígenas que habitan ahí. Esos que como nosotros también son guatemaltecos,
Guatemala, es hora que los tiranos que escupan tu faz tiemblen de miedo, pues tus hijos valientes y altivos, que veneran la paz cual presea, nunca esquivan la ruda pelea si defienden su tierra y su hogar.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/09/05/tiranos-en-suelo-sagrado/]
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