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The House of Neto

Danilo Santos
Érase una vez, un hombre simple que creía ser exquisito, contaba, bueno, mal contaba historias con dizque enseñanzas. Aburría a pequeños y grandes, y con su pose de filósofo “Chapín” avergonzaba a propios y extraños del remendado partido que lo había llevado al poder. Demostraba día a día que era peor presidente que comediante, y es que eso del humor requiere inteligencia y agudeza, de lo contrario se cae en lo insulso y lo vulgar.

Aquel actorcillo no salía de la necedad de interpretar, al parecer nunca vio sus actuaciones, malas todas: por qué habría de salirle bien el “reality show” de presidente si la película ya fue pésima (Un Presidente de a Sombrero). Se creyó firmemente lo de “espectactores” de Augusto Boal, rompió la cuarta pared y todas las paredes, su delirio era real, con la diferencia que cuando bajaba el telón el público sufría en carne propia la ineptitud del charlatán.

Mala copia de “El Gran Dictador” de Chaplin (se creía el barbero pero seguía siendo Adenoid Hynkel), un triste remedo de los hermanos Marx (Chico, Harpo y Groucho), y un mal intento para que Monty Python lo tomara en cuenta como historia para filmar “la vida de Jimmy”. Al parecer Kevin Spacey lo buscó para filmar una nueva serie: “The House of Neto”, pero estaba ocupado negociando con Trump mano de obra barata… Este hombre simple, remozado con gags, nos va dejando un mal chiste de país.

La Presidencia de la República no debe ser asumida con ligereza, la seriedad del puesto de Presidente es monumental, quien lo ocupe debe ser el más serio y responsable, empezando con sus actos y palabras. Las bromas de mal gusto en materia de política internacional son errores imperdonables. Los desaciertos condensados en tres meses deben verse con preocupación, falta mucho camino que recorrer de este periodo y francamente da pavor. Por muy bueno que uno se crea, hay que dejarse asesorar, y asesorarse con gente que sepa del quehacer estatal y ESCUCHARLA. Ciudadano Presidente, el país no está para chistes, y menos para chistes malos.

Moraleja, si ves un mal actor sobre las tablas, no le aplaudas, puede malinterpretar la buena educación y animarse a encarnar un papel que te hará llorar.

Las bromas de mal gusto en materia de política internacional son errores imperdonables. Los desaciertos condensados en tres meses deben verse con preocupación, falta mucho camino que recorrer de este periodo y francamente da pavor.

Danilo Santos Salazar