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Territorios en disputa

la lucha

Lucía Escobar

“Las paredes oyen” me decían cuando era pequeña y quería hablar de política o comenzaba con la preguntadera ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Yo imaginaba agentes secretos agazapados atrás de las paredes escuchando todo. Ahora no se necesitan ese tipo de espías. Un teléfono inteligente puede desvelar los secretos más íntimos de cualquiera. ¿Perderemos nuestro derecho a la privacidad sin luchar? El Internet también es un territorio donde debemos defender algunos derechos ganados. El espionaje gubernamental constante e indiscriminado es una realidad que sufrió y denunció Edward Snowden y que conocí con la película Citizenfour, proyectada durante la VII Muestra Internacional de Cine Memoria, Verdad y Justicia. Durante los días que duró esta maratónica jornada de documentales, vimos realidades de otras latitudes que parecen espejos de lo que sucede aquí. Lamentaré que dicha muestra no continúe por falta de apoyo económico.

Me impactó El buen cristiano, un documental filmado durante varios años por la cineasta Izabel Acevedo. La película se centra en dos momentos históricos en la vida de Efraín Ríos Montt: el golpe de Estado de 1982 y el juicio por genocidio en el 2013. Acevedo se acercó a los allegados al general retirado con tal objetividad que logró confesiones impresionantes. Es una cátedra de periodismo, una lección sobre la importancia de escuchar al otro para tratar de entender qué pasó. Hubo un momento en que incluso me dio pena Ríos Montt, el peón obediente. Sentir comprensión o lástima por un victimario solo lo había vivido a través de las grandes obras de arte, capaces de mostrar la dualidad de todo ser humano. Entendí que un militar es entrenado para matar y difícilmente puede actuar diferente.

Las guerras son negocios con intereses muy oscuros, nunca “santos”. Venimos de una guerra entre hermanos y vamos hacia otras guerras entre humanos. Sembramos en el planeta miles de cadáveres cada día, la mayoría inocentes. Mueren por bombas en Medio Oriente, por falta de medicina en Guatemala, por terrorismo en Europa, por hambre en África. Así en todo el mundo. Las guerras favorecen a los banqueros, a los comerciantes y a los políticos nefastos. Las guerras usan la fuerza bruta para arrebatar, acaparar, quitar, conquistar, controlar o “recuperar” y prueban que no tenemos memoria colectiva. No aprendimos nada del ayer. Olvidamos que la violencia no trae nada bueno y que los militares y los fundamentalistas religiosos (entrenados para matar aquí y en China) son la peor combinación posible para solucionar
los problemas.

Ojo por ojo y todos quedaremos ciegos, dijo Gandhi.

No quiero ser pesimista, quiero ver algún avance. ¿Mayor libertad de expresión? Quizá. Talvez las paredes aprendieron a hablar. Un grafiti en la ciudad me recuerda que “la memoria es un territorio en disputa”. Y también los recursos naturales, la tierra, el agua, el petróleo, la identidad y la libertad.

¿Cómo los vamos a defender?

Venimos de una guerra entre hermanos y vamos hacia otras guerras entre humanos. Sembramos en el planeta miles de cadáveres cada día, la mayoría inocentes.

@liberalucha

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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